lunes, enero 29, 2007

Llegué a hartarme de mis canciones y de mí mismo

Silvio Rodríguez: Llegué a hartarme de mis canciones y de mí mismo"

Por Enrique Planas

Silvio Rodríguez no da entrevistas. Tampoco sostiene una entrevista
telefónica. Quien quiera llegar a él, solo podrá establecer algún
intercambio a través del correo electrónico. ¿Una estrategia de defensa
personal? ¿Una reacción de quien recibe los ataques de los periodistas
críticos a la nueva trova y al espíritu de la Revolución cubana? "Se trata
de una de las incuestionables ventajas que nos brinda Internet", responde el
cantautor, pocas semanas antes de su arribo a Lima para ofrecer un
multitudinario concierto como en los buenos tiempos. "Es mucho más grato
responder las preguntas desde la serenidad del hogar que asediado por
cámaras en un lugar desconocido. Creo que hasta el más temerario va a
coincidir conmigo en eso", añade el intérprete de "Como esperando abril",
"Sueño con serpientes" y "Ojalá" al otro lado de la pantalla.

Como pocos artistas, la sola mención de tu nombre nos ubica en muy claras
épocas y situaciones, políticas y sociales. ¿Qué se siente llevar un
"nombre-símbolo?
No suelo pensar en esos términos, pero cuando alguien como tú lo menciona,
lo que siento es responsabilidad. Sobre todo en el sentido de que las
opiniones, cuando se publican, es como si se amplificaran, lo que lleva a
que a veces también sean reinterpretadas. Eso me pone en alerta, pero no me
enmudece.

¿Hay temas por los que en algún momento se haya sentido hastiado, o cansado
de siempre estar obligado a repetirlos en sus conciertos?
Hubo años en que pasé montado en la maquinaria de un concierto tras otro y
llegué a hartarme no solo de algunas canciones sino hasta de mí mismo. Por
suerte corté con lo repetitivo, puse tiempo de por medio y en la última
década me he acercado con prudencia a los escenarios.

Al cumplir 60 años, Serrat acuñó una frase para bromear sobre su edad: "Hace
20 años que digo que tengo veinte años diciendo que me siento de veinte
años". Después de tantos homenajes y celebraciones de sus amigos, uno se
siente diferente al entrar al mundo de los sexagenarios?
Yo lo que siento es gratitud. De mis amigos y de haber sido tomado en cuenta
en un mundo donde hay tantos talentos ignorados. También por haberlo hecho
sin superpromociones, a pelo, a contramano en el sentido estético y también
en el ético. Me pongo a verlo y comprendo que sin la ayuda de la gente, de
muchas otras personas, hubiera sido totalmente imposible. Es una suerte de
la que solo me corresponde una porción de mérito.

Una de sus más memorables temas es, sin duda, "Ojalá". Podríamos
considerarla la anticanción de amor. ¿Qué sucedió en su vida para que
surgiera un tema como este, tan cargado de resentimiento sublimado?
Es una canción que surgió tras mucho tiempo aislado, en un barco, lejos de
las caricias de los afectos íntimos. En esas circunstancias los recuerdos se
pueden convertir en fantasmas quemantes. Algo razonablemente humano.

En "Érase que se era", su nuevo CD, rescata temas compuestos entre finales
del 60 y principios del 70, anteriores a la grabación de su primer disco,
"Días y flores". ¿Cuál es la razón de esta arqueología musical? ¿Por qué sus
primeros temas permanecieron tanto tiempo inéditos?
Yo empecé a tocar la guitarra y a componer en 1965, mientras pasaba mi
servicio militar. Me desmovilicé en 1967, y en mis primeros años como
trovador no me fue posible hacer un disco propio. Participé en varios
colectivos y también grabé junto con el Grupo de Experimentación Sonora.
Estos materiales conformaron discos que se hicieron más tarde, porque en los
años de más fuerza del GES, tampoco se animaban a editarnos. Fue en 1974
cuando la Empresa de Grabaciones de Cuba me planteó que fuera a sus estudios
y grabara un larga duración. "Días y flores" salió en 1975, cuando yo ya
tenía compuestas algunos cientos de canciones. Eso explica por qué estoy
rescatando ahora temas anteriores a mi primer disco.

Mientras en los años 80 gran parte de su público peruano eran jóvenes de
izquierda, empeñados en un cambio social, hoy son más jóvenes atentos a la
riqueza lírica de los temas. ¿No resulta frustrante que la carga política de
sus temas se haya disuelto con los años?
Cuando tomé una guitarra en mis manos fue para atender una vocación
artística; si aprecian el arte que he tratado de hacer, lo agradezco, ¿cómo
podría frustrarme? Por otra parte, mis canciones siguen siendo como son.
Ignoro si el "público peruano" que tú aludes es distinto al de ayer. Pero
estoy seguro de que los de hoy también se darán cuenta de que lo mío no es
"arte por el arte".

¿Recuerda su última visita al Perú? ¿Conoce la movida de cantautores
peruanos que noche tras noche recorren la ciudad con sus canciones y ocupan
casi todo su repertorio?
Desde hace años conozco la iniciativa de "Silvio a la carta". Conozco
también las grabaciones que hizo Miryam Quiñones. Por ese apego, por esa
identificación siento una gratitud inmensa. Tanta, que el trabajo constante
de esos cantores peruanos es una de las razones de esta nueva visita a Lima.

La única pregunta política: ¿Cómo ves el futuro de Cuba cuando no cuente con
la figura de Fidel?
Yo espero que no abandonemos nunca la senda de la soberanía y del compromiso
con los más necesitados.

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