viernes, enero 26, 2007

Genio y figura, hasta la sepultura

Una muerte nunca pasa desapercibida, pues, además del dolor que trae consigo, representa la mejor oportunidad para que los deudos se den vuelo con su creatividad, a partir de la cual organizan originales rituales catárticos, con el fin de darle el último adiós al difunto, o levantan majestuosos monumentos que sirven de tumbas, como el Taj Mahal, o realmente curiosos, como los que a continuación les presentamos.

Según dicen las malas lenguas —y las buenas también—, Julia Pastrana (1832-1860) era la mujer más fea que ha existido sobre la faz de la Tierra: tenía barba, pelo en todo el cuerpo, la quijada prominente y medía sólo 1.37 metros; sin embargo, supo aprovechar su fealdad muy bien, pues la exhibió por toda América y Europa como si fuera un fenómeno de circo. Cuando murió, el negocio no se acabó, pues la embalsamaron, la colocaron en un ataúd de cristal y se la llevaron a peregrinar por el mundo, hasta que llegó al Instituto de Medicina Forense de Noruega, donde se encuentra hasta el día de hoy, arrumbada y abandonada.

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