lunes, enero 22, 2007

Horizonte político


Horizonte político
Por: José Antonio Crespo

Partidos, propaganda y votos

Al dar a conocer el IFE sus Cuadernos sobre las Elecciones Federales 2006, varios colegas en diversos medios han hecho notar la contradicción de los candidatos y los partidos entre sus declaraciones y sus hechos en materia de propaganda y pautas mediáticas. En particular han destacado cómo Andrés Manuel López Obrador intentó originalmente tener un bajo perfil mediático y terminó cediendo al llamado de los medios. Y es que, dada la penetración de éstos y la enormidad de recursos invertidos en ellos por los demás partidos, resultaba irracional limitarse a una anticuada campaña territorial. Muchos le criticaron la estrategia, sobre todo cuando se intensificó la campaña negativa del PAN en su contra. Recordaban que el mismo error cometió Cuauhtémoc Cárdenas en 1994, como lo narró y documentó con gran claridad Adolfo Aguilar Zinser en aquellos años (Vamos a ganar. 1995). Tardó en reaccionar López Obrador, pues no quería caer en aquello que en su momento despreció.

Ese viraje ha sido destacado en estos días, pero conviene recordar que Felipe Calderón también dio un golpe de timón en ese ámbito, pues durante la contienda interna contra Santiago Creel —quien contó con mucho mayor exposición televisiva—, Felipe condenó el despilfarro mediático como una práctica que contravenía los más prístinos principios de la tradición panista: "En el PAN tienen que prevalecer las ideas y las propuestas, no el dinero —dijo—. Es muy importante, para que la democracia siga madurando, que tomemos acciones para que no sea el dinero el que decida quién va a ser Presidente" (23/VII/05). Algo en lo cual Creel, mordiéndose la lengua, también había coincidido: "No se trata de ganar contiendas con dinero, sino con ideas y propuestas’’ (21/VII/05). Ganaron los principios, no el dinero, al decir de Calderón: "Ahora ya no tiene caso saber cuánto se ha gastado, si fueron 25 millones o más, ya que (a Creel) no le ha alcanzado ese gasto para seguir al frente. El papel que el dinero quería jugar, un papel relevante, ha sido un pobre papel" (1/VIII/05). Sin embargo, ya como candidato oficial, Felipe no le hizo feo a los fondos que le ofrecieron los poderosos grupos cuya prioridad era detener a López Obrador a cualquier costo. Los principios panistas podían esperar una mejor ocasión (o, mejor aún, irse ya al museo de la ideología del PAN y, de preferencia, quedarse ahí para siempre).

La información del IFE señala que López Obrador ocupó el primer lugar en tiempo aire por televisión (con 35% del total, frente a 30% de Calderón). Aunque cabe aclarar que casi 90% de ese tiempo contabiliza su programa matutino por TV Azteca, que parece haber producido los efectos deseados. Los candidatos tuvieron cinco veces más exposición en radio que en televisión, y ahí Calderón ocupó el primer lugar, con 40% del total, seguido por Madrazo (32%) y López Obrador (26%). Pero un ángulo que en esta ponderación no debe omitirse es el costo de esos promocionales que, probablemente, indigna más a los ciudadanos (ello aparte de que el bombardeo mediático de boberías, mentiras e insultos termina por fastidiar al electorado).

Los candidatos gastaron en total más de 1,500 millones de pesos del 19 de enero al 15 de junio en radio y televisión, lo que supone un promedio de 10.4 millones de pesos diarios. En este renglón, el PAN gastó más en términos absolutos: 538 millones de pesos (35%), casi lo mismo que el PRI, 537 millones (34.9%). Y en tercer sitio aparece el PRD, con 396 millones de pesos (26%), 142 millones menos que el PAN. Esta información, con datos del IFE, fue divulgada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en su sentencia final sobre la elección presidencial.

A partir de esos datos es posible calcular cuánto costó cada voto captado por los distintos contendientes. En general, el costo por cada voto válido fue de 37 pesos. El más caro fue el de Nueva Alianza, 86, seguido por el PRI, 58. Cada sufragio por el PAN costó 36. Más barato fue el recibido por Alternativa, a razón de 28, y un poco menos caro fue cada voto emitido por el PRD: 27. De lo cual se concluye que, en términos absolutos, el PRD gastó menos en propaganda electrónica que sus dos contendientes más fuertes y, en términos proporcionales, cada voto recibido por el sol azteca fue el menos caro de todos. Son los fríos números del IFE, que conviene incorporar para tener una visión más completa y precisa de lo que pasó en este controvertido tema.

Lo malo de todo esto es que, en la medida que el dinero influyó en el resultado final (sin desconocer los errores cometidos por los candidatos, empezando por López Obrador), entonces los principios no se impusieron sobre el dinero, como decía Calderón en su precampaña. Lo cual genera un incentivo perverso para que los partidos sigan derrochando millonadas en propaganda político-electoral (como el represor mexiquense, Enrique Peña Nieto, nos lo demuestra sin el menor recato). Para detener esa tendencia debe cambiarse la ley en varios sentidos. Por ejemplo, prohibir la promoción personal de quienes ocupan un cargo público, con recursos gubernamentales, so pena de no contender en una elección por los siguientes, digamos, tres años. Y también penalizar legal o administrativamente a quienes, como hicieron los empresarios, compren o vendan propaganda para favorecer a un candidato o perjudicarlo, aunque esto último debe quedar clarificado en la ley y que no sirva de pretexto para no castigar los delitos electorales, coartada a la que recurrió la ex fiscal para esos delitos, María de los Ángeles Fromow, al no sancionar la propaganda por internet que en contra de López Obrador emanó de oficinas gubernamentales.

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