martes, noviembre 28, 2006

Silvio Rodríguez y sus hermanos de oficio


En el Centro Pablo
Silvio Rodríguez y sus hermanos de oficio
Estrella Díaz . La Habana
Fotos: Iván Soca
"¿Que qué pensaba y sentía mientras escuchaba cuarenta de mis canciones
cantadas por igual número de trovadores? Pues gratitud y me gustaría que
todo el mundo pasara por una experiencia así: es conmovedor que la gente se
aprenda tus canciones y que las quieran cantar; me parece una cosa muy linda
y una recompensa enorme y lo que les deseo es, como dice un amigo: ¡lo que
me desean, tengan!", expresó el trovador Silvio Rodríguez.

Tales declaraciones de Silvio fueron hechas a esta reportera instantes
después de concluir en el patio del Centro Cultural Pablo de la Torriente
Brau en La Habana Vieja, el segundo concierto que esa institución preparó a
propósito del 60 cumpleaños del trovador y que se convirtió en uno de los
homenajes más cercanos, profundos, amorosos y, sobre todo, sinceros que se
le tributan a un hombre que, aunque rehúsa de luces, lentejuelas, perlas y
multitudes, su sola presencia se convierte, si no en huracán, al menos en
rabo de nube.




Los conciertos titulados Te doy una canción del sábado 25 y domingo 26 de
noviembre fueron, además, una lección de respeto visto desde dos grandes
vertientes: los propios músicos y el público. Los cuarenta trovadores que
participaron en ambos recitales sabían que estaban allí para reverenciar a
Silvio y a eso se limitaron y ¡crecieron!. atrás, muy atrás, quedó cualquier
vestigio de vanidad personal: todo el que se subió al escenario supo y
transmitió una profunda admiración hacia uno de los fundadores de la Nueva
Trova cubana.

También el público, numerosísimo como era de esperar, que acudió al patio de
Muralla 63 a disfrutar de la poética de Silvio supo tomar distancia de la
voz que hacía suya una canción de Silvio. ¡Felicitaciones! para ese público,
integrado por varias generaciones, que no se dejó seducir por la tentación
de desbalancear el espectáculo con gritos y aplausos desmedidos. Todo lo
contrario: la contención mostrada le dio a ambos conciertos un empaque
definitivo.

Cuando el concierto del sábado 25 llegaba al final, Silvio subió al
escenario y cantó "El colibrí" canción anónima que, confesó, le fue
enseñada por su madre y "de ahí salieron todas las demás", enfatizó entre
aplausos que ponían punto final a una noche en que la trova escribió, sin
duda alguna, una hermosa página en su historia.




La responsabilidad de abrir el concierto del 25 fue de Gerardo Alfonso quien
hizo su versión de "La historia de las sillas" y continuaron Erick Sánchez
("Nubes de alivio"), Dúo Janet y Quincoso ("Discurso fúnebre"), Jorge García
("La maza"), Inti Santana ("El guije"), Diego Gutiérrez ("Generaciones"),
Alberto Faya ("Mi lecho está tendido") y Pavel Poveda ("Olivia").

Por la entrega raigal merecen mención aparte el Dúo Cofradía quien realizó
una esplendida versión de "Si seco un llanto", Diego Cano, con su imponente
voz retumbó las yagrumas con "Óleo de mujer con sombrero", mientras que
Yamira Díaz puso un toque de conmovedora ternura con "Se demora".

Siguieron Silvio Alejandro ("Nunca he creído que alguien me odia"), Fernando
Bécquer ("No vayas a cerrar los ojos"), Dúo Karma ("Que ya viví que te vas),
Lázaro García ("Hoy mi deber era"), Charly Salgado ("Acerca de los padres"),
Tony Ávila ("El día feliz que esta llegando"), Vicente Feliú ("Un día
nuestros fantasmas") y Frank Delgado ("Ella salió desnuda") y Santiago Feliú
(Canción de la Columna Juvenil del Centenario).

La responsabilidad del cierre del primer concierto fue de Heidi Igualada,
trovadora de timbre tierno y cautivamente y quien con su "Unicornio" dejó un
aliento tibio en medio de una velada amenazada, constantemente, por la
inminente lluvia.

De este primer concierto hay un aspecto importantísimo a destacar y es que
los trovadores más jóvenes escogieron los temas más antiguos de Silvio, es
decir, aquellos que fueron compuestos a mediado de los sesenta ¿La causa?
Pues, quizás, porque de aquellos tiempos datan textos cáusticos, crípticos,
concentrados y en los cuales las insatisfacciones eran, casi siempre, motivo
inspirador. No estoy hablando de calidades: esa está probada por el paso de
los años.






El poeta y cineasta Víctor Casaus, director del Centro Pablo, al inaugurar
el concierto del 25 aseguró que ambas presentaciones, también, eran una
manera festejar los años de existencia del espacio A guitarra limpia "un
proyecto que las trovadoras y los trovadores cubanos han hecho suyo y eso es
lo importante".

Recordó Casaus que los más de setenta conciertos realizados "han sido una
forma de transmitir esa herencia y esa presencia importantísima de la nueva
trova como expresión de nuestra cultura y también de dar un espacio a las
gentes más jóvenes que aún no tienen acceso a los circuitos de difusión para
que prueben fuerzas enfrentándose a sus futuros y posibles públicos".

En estos diez años, dijo Casaus, hemos hecho mucho con muy poco y recordó
que el Centro Pablo, institución que cumple su primera década de trabajo en
diciembre próximo, "siempre se trata de alejar de la inercia y el
burocratismo, males que pueden lastrar el trabajo cultural".

Insistió que las tres becas de creación otorgadas "son diferentes caminos
para contribuir a la difusión de la nueva trova cubana" y señaló que "este
esfuerzo del Centro Pablo se une al de otras instituciones que tienen,
también, becas que son determinantes para que los trovadores puedan defender
y hacer valer en el espacio público sus modos de ver y pensar la realidad y
encontrar los públicos receptores imprescindible para todo artista".

Según el acta del jurado, integrado por Silvio Rodríguez, Víctor Casaus y
Germán Piniella, se acordó por unanimidad otorgar el Premio del Concurso Del
verso a la canción a los siguientes proyectos: Soñar despierto (Rita del
Prado), Textos de poetas de Villa Clara (Diego Gutiérrez),

La isla en peso: doce maneras de estar lejos (Mauricio Figueiral), De la
moderna voz a la vanguardia: textos de José Martí y César Vallejo (Ángel
Quintero) y Cuba y la noche del dúo de Janet y Quincoso.

Ese mismo jurado fue el encargado de otorgar los premios del concurso Una
canción par a Pablo y decidió, también por unanimidad, seleccionar a los
trovadores Samuel Águila, Ihosvany Bernal, Raúl Verdecia, Juan Carlos Pérez,
Marta Campos, Silvio Alejandro Rodríguez, Heidi Igualada, Fernando Cabreja y
Oscar Eduardo Sánchez como finalistas que participarán en el concierto A
guitarra limpia que se efectuará en diciembre próximo y que estará dedicado
por entero a homenajear a Pablo de la Torriente Brau en el aniversario 70 de
su caída en combate.

El Primer Premio de Una canción para Pablo fue conferido a "Contra lo
oscuro" (Juan Carlos Pérez), el Segundo a "Caminar contigo" (Marta Campos),
el Tercero a "Hijo de islas" (Silvio Alejandro Rodríguez), mientras se
otorgaron dos cuartos premios a las canciones "Hay palabras" (Heidi
Igualada) y "Arquitecto del sol" (Fernando Cabrera). Igualmente se decidió
conceder una Mención Especial de estímulo al joven trovador Eduardo Sánchez
por su canción "Torrente Brau".

La Beca de creación Sindo Garay, que por primera vez concede el Centro Pablo
y que beneficiará con una ayuda económica durante un año a los trovadores
seleccionados, le fue otorgada a Isael (Pipo) Carrazana, Junior Navarrete,
Leonardo García y Eric Méndez.

Igualmente se presentó el Cuaderno Memoria dedicado al séptimo aniversario
de A guitarra limpia y que en formato de papel recoge los momentos vividos
en ese espacio durante el año anterior; también fueron presentados los
nuevos CDs de la Colección A guitarra limpia que incluyen el quehacer de
Trovarroco (con Silvio, Lázaro García y Vicente Feliú), Dúo Ariel y Amanda,
Charly Salgado, Pavel Poveda y la Antología 5.

El concierto del domingo 26, en el que coincidieron hasta cuatro
generaciones de trovadores y al que asistió el ministro cubano de cultura,
Abel Prieto, también estuvo lleno de sorpresas.

Una de ellas fue el mensaje que trajo desde Brasil Marilia Guimaraes, una
entrañable amiga de Silvio quien con nerviosa palabra deseó larga vida al
trovador. También Martín Martínez, de Trovacub, fraterna y querida
institución que promueve la trova cubana desde México, felicitó a Silvio a
quien calificó de "persona que ha tenido a través de su música la capacidad
de tocarnos el corazón".

Silvio había cantado el día anterior, pero no había hablado y fue invitado a
ello: "Había varios planes para celebrar este cumpleaños; como se trata de
una fecha como se suele decir, cerrada, se crearon algunas expectativas.

De esas varias opciones preferí el ofrecimiento de Víctor y del Centro
Pablo, por una cuestión de afinidades, de historia común y de amistad. Esta
es una de esas ocasiones que no puede haber desvíos de recursos que le
pongan peros a la amistad; en las que no hay razón alguna para malas
calificaciones porque los viejos amigos se reúnen para celebrarse, para
aplaudir la resistencia ante el paso de los años, para glorificar la suerte
de poderlo contar y de poder contar los unos con los otros.

Por eso, gracias Víctor, gracias María, gracias Centro. Hace cuarenta años,
quizás, yo andaba por los rincones de una fiesta como ésta, moviéndome a la
sombra de la celebración de algún señor mayor tratando de fijar la melodía
que se me acababa de ocurrir o registrando mis bolsillos en busca de un par
de horas de intimidad con el ser maravilloso que acababa de conocer.

En medio de bullicios ajenos vivía mi exiguo drama de juventud, el que
consistía en todo lo que es materia de canciones o sea, todo, menos aplausos
y homenajes. Por eso aclamo las anónimas celebraciones cuando uno sabe que
el dolor que parece arrasarnos será una siembra nutritiva.

Gracias, pues, a los que ahora pasan por esos momentos cruciales, gracias a
los que les importan poco mis palabras, gracias a los que ni siquiera
prestan atención. Y gracias muy especiales a las trovadoras y trovadores que
han dedicado tiempo y esmero en aprenderse y versionar mis canciones. Si una
vez dije que para un autor no había nada más gratificante que escucharse en
las voces del pueblo, ustedes me han hecho saber que esa felicidad se
complementa al sentirnos queridos por nuestros hermanos de oficio. Gracias a
todos y ojalá les suceda todo lo bueno que me ha pasado a mí."

Luego de estas hermosas palabras de Silvio Rodríguez, comenzó el segundo día
de concierto y fue el Dúo Ariel y Amanda a quien se le encargó la difícil
misión de comenzar el recital y lo hizo con el tema "Canto arena".

Luego siguieron Alain Garrido ("Para mirar nacer"), Junior Navarrete ("En mi
calle"), Ángel Quintero ("Al final de este viaje en la vida"), Enriquito
Núñez ("De la ausencia y de ti"), Ireno García ("Esta canción"), Alejandro
Valdés ("Crisis"), Juan Carlos Pérez ("Rabo de Nube"), Norge Batista ("Sueño
con serpiente"), Samuell Águila ("Aceitunas"), Augusto Blanca ("Paula"),
Ihosvany Bernal ("Defensa del trovador"), Leonardo García ("La gaviota"),
Pepe Ordás ("El dulce abismo"), dúo de Lien y Rey ("La resurrección") y José
Antonio Rodríguez ("La vida").

De este segundo recital hay que destacar varias cosas como por ejemplo las
declaraciones de Carlos Varela quien aseguró que "En estos días" es una de
las canciones "más hermosas que se han escrito" y la dedicó a otro trovador
mayor: Noel Nicola. Igualmente Varela responsabilizó a Silvio por haber
"seguido el camino de la guitarra" y afirmó que a él "estaría dispuesto a
regalarte toda mi música y hasta mi vida", sentenció.

Marta Campos con su leve y cubanísima versión de "La gota de rocío" logró
conmover al auditorio; Manuel Argudín y su "Ángel para un final" pusieron en
un punto muy alto el concierto, mientras que ese santiaguero de voz y
corazón de privilegios que es Eduardo Sosa, cerró con "Te doy una canción".

Inmediatamente después los cuarenta trovadores, "como cuadro apretado a la
orilla de Los Andes" al decir de José Martí, se juntaron en el escenario y a
voz común entonaron "Vamos a andar", antológico tema de Silvio.

La emoción se hizo verso, la emoción se hizo canción; por un momento sentí
que algo bueno se amalgamaba ¡nunca antes vibró así ese patio!, ¡nunca antes
se mezclaron público y músicos con tal intensidad bajo esas yagrumas!

"Y nada más" fue el regalo final de Silvio.

Subió al escenario, rasgó la guitarra y cantó las primeras frases. lo demás
fue energía desatada.

De repente tomé conciencia de que en apenas cuatro horas (dos
aproximadamente para cada concierto) habíamos hecho un intenso recorrido por
la historia cubana de los últimos cuarenta años: amor, dolor, ternura,
rabia, congoja, nostalgias, añoranzas, batallas (ganadas y perdidas),
felicidad (ampliada y disminuida, según cada caso), desesperación, futuro,
anhelos. todo lo humano y lo divino resumido en una obra, en un quehacer, en
un nombre, en un hombre: Silvio.

FUENTE: LA JIRIBILLA

http://www.lajiribilla.cu/2006/n290_11/290_24.html

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