





Estrena nueva faceta, ahora como productor de cine
La Habana, 23 de noviembre. A sus 60 años, al trovador cubano Silvio Rodríguez le esperan mil proyectos más. Tiene entre manos unas cuantas canciones y sigue invocando al "duende", esa magia efímera que surge con el público al que aún hoy, tras más de 40 años de artista, teme enfrentar.
Nacido el 29 de noviembre de 1946 en el pueblito de San Antonio de los Baños, a 40 kilómetros de La Habana, Silvio Rodríguez llegó a convertirse en un icono de la canción política latinoamericana, fundador, con Pablo Milanés y Noel Nicola, de la Nueva Trova.
Compositor, cantante, poeta, dibujante, diputado y ahora también productor de cine, el trovador cubano dice que 60 años es una buena edad para detenerse, hacer cuentas y reflexionar.
"Me pongo a hacer un recuento de lo hecho hasta aquí y me falta mucho por hacer. Es poco, poquísimo, lo que he hecho. La mejor parte es la que está por venir: muchas canciones por hacer", dice.
Tiene más de una veintena de discos, unas 300 canciones grabadas, pero un centenar inéditas. Acaba de saldar parte de la cuenta que quedó debiéndole a su esfuerzo inicial: Erase que se era, su más reciente disco, es una antología de piezas que compuso en los años 60.
En 2006 emprenderá una gira por México, Chile, Perú, República Dominicana y tres países de Centroamérica: por primera vez El Salvador y Guatemala, y en Nicaragua, luego de 24 años de ausencia.
Pequeña discografía diurna
Forman parte ya del imaginario colectivo latinoamericano Unicornio, Te doy una canción, Ojalá, La era está pariendo un corazón, Pequeña serenata diurna, Por quien merece amor, La maza, Al final de este viaje, Angel para un final y ¡Oh melancolía!
Pocos saben que esa última canción lo tomó por asalto y sencillamente se quedó. "Cuando estaba ensayando para un concierto con el grupo Afrocuba toqué un acorde por equivocación. Les dije a los muchachos 'me tengo que ir' y salí corriendo a escribir. Era ¡Oh melancolía!
Sol, re, mi, fa se escucha en el estudio mientras continúa. "Pero hay muchas que se quedaron en el camino. Estoy ahora volviendo a los orígenes... a la niñez, a la visión más sencilla, más simple de las cosas", dice, y no descarta una nueva selección de trabajos inéditos.
Está en mil y un cosas a la vez, concentrado en una antología de canciones de Noel Nicola fallecido el 7 de agosto de 2005, a los 58 años, en la composición de la música para el largometraje animado Meñique, y en la mezcla de un disco de su hermana, Anabel López.
También dedica tiempo a su hija de cuatro años, y a Niurka, su esposa y una de las mejores flautistas del país. Es disciplinado en el ensayo, algunos lo creen huraño. Hace tiempo que no da conciertos en Cuba, pero el 30, un día después de su cumpleaños, participará en Todas las voces todas, en honor a Fidel Castro.
Tiene siete hijos y uno de ellos, Violeta, actúa en la película Mañana, de la cual Silvio es productor, que competirá en el Festival de Cine Latinoamericano.
La música y las palabras
No quiere culpar a las musas de lo que, a sus 60 años, le ha quedado por hacer. "A las pobres vamos a dejarlas ahí, que son muy respetables y a veces sin comerla ni beberla le regalan cosas a uno. Lo que me falta es aquello que no he sido capaz de procurarme", afirma.
"La música y las palabras me acompañaban desde niño. Mi mamá siempre ha cantado, y la poesía y la literatura es algo que me gustó, porque veía a mi padre leer y me entró la curiosidad", recuerda.
Pero no se siente ni poeta ni músico, sino comunicador. "Nunca me interesaron mucho los escenarios. Hago los conciertos y se llenan, pero la lectura que hago de eso que llaman éxito es que soy una especie de compañero de la gente, a quien le dio por cantar y tuvo la suerte de escribir canciones que gustaran".
Cada vez que se enfrenta al escenario siente un miedo natural. "Enfrentarse al público es una osadía y una pretensión. Pararse para que la gente vea cómo haces las cosas es muy pretencioso. Eso es terrible, una locura". Pero cuando baja "el duende", dice, esa comunicación con el público, en una canción, una estrofa, un segundo... cuando eso pasa lo mejor es no moverse mucho".
El roquero argentino se presentó el pasado miércoles en el teatro Metropólitan
"No habló de Joaquín Sabina porque soy un caballero, pero es como una novia borracha"
"¡Olé-olé-olé-olé! ¡Fito, Fito!" Muchas veces estas palabras de simiente futbolera en forma de coro se escucharon en el teatro Metropólitan, la noche del pasado miércoles. Durante más de dos horas, el público cantó cada tema del rockero argentino Fito Páez, aunque algunos escucharon en silencio, concentrados, con ánimo crítico.Fito trae una banda que suena macizo y promueve su nuevo disco El mundo cabe en una canción. Hoy se presentará en el teatro Estudio Cavaret de Guadalajara, Jalisco. Sus músicos son Paul Dourge, bajo; Gabriel Carámbula, guitarras y coros; Gonzalo Aloras, teclados, guitarras y coros; Vandera, teclados, guitarras y coros, y Diego Arcaute, batería.
Eso que llevas ahí fue la primera de la noche. La conexión fue inmediata. La séptima interpretación fue La hora del destino, el primer sencillo de su nueva producción. Los asistentes la corearon y denotó el cariño por el autor de Circo beat.
"Lo importante no es llegar/ Lo importante es el camino/ Yo no busco la verdad/ Sólo sé que hay un destino", refiere la historia de una pareja de ladrones. La quinta fue El mundo cabe en una canción, de la que Fito dijo: "Nace primero como una música, después pude escuchar qué me quería decir esa música, qué había allí dentro y así llegué a la letra". Las palabras tienen un sentido muy profundo para Páez y no vienen casualmente a completar una canción. El mundo cabe en una canción es un tema político, en el sentido profundo de la palabra.
"Me encanta México, che, el tequila y besar a una mujer mexicana", expresó Fito. Nada que ver con Ferro.
Cuando el concierto estaba más prendido, Fito presentó en el encore a la cantante mexicana Susana Zabaleta, quien fue recibida con gritos de "¡vete!", "¡no te queremos!", "¿por qué la invitaste?" "¡Gócenla!", pidió Fito, pero sólo exacerbó los ánimos contra de la intérprete.
Ante la rechifla, Zabaleta se defendió a su manera: acusando al público de "perredista". Denunciaba que los asistentes se quejaban de todo. Cantó Yo vengo a ofrecer mi corazón y algunos aplaudieron. Fito la acompañó en el piano. Zabaleta abundó: "Hay que ser perredistas nomás para chingar, hasta que no se callen, cabrones, voy a cantar". Todavía permaneció en el escenario para corear El amor después del amor.
En total, Páez cantó 25 piezas, una buena parte acompañado de su piano.
"Paulina y Shakira representan un género híbrido sin historia"
En conferencia de prensa efectuada dos días antes, a Páez se le preguntó si para superar la pobreza musical hay que llevar la composición más allá de un cuatro por cuatro. Tarareó el inicio de la Quinta sinfonía de Beethoven. "Con esto Beethoven hizo esta sinfonía, con esta figura; no se trata de crear con cosas complejas, sino de jugar con los elementos que ofrece la música, que son infinitos, sencillos y complejos.
"Ni siquiera hace falta escuchar a Beethoven. Chabuca Granda, Agustín Lara o Armando Manzanero no tuvieron límites en la creatividad", señaló.
Sobre lo difícil que es llevar una carrera discográfica de manera independiente, aceptó que le ha costado mucho trabajo. En torno al amor, definió a éste de "sentimiento extraordinario. Tiene muchas formas, aunque inmediatamente uno tiende a pensar en el amor de pareja, pero hay muchas otras formas, maravillosas. Creo que es el sentimiento más hermoso; es dar sin esperar nada de nadie. Creo que la virtud del amor está en dar. Y es muy egoísta a la vez con eso de dar. Mientras más das..."
Ante la insistencia de algunos reporteros, aclaró que no tiene problemas con Joaquín Sabina. Los comunicadores revivieron un tema que fue noticia hace años. No obstante, con amabilidad contestó: "Son puterías, prefiero no hablar de eso porque soy un caballero. Si él anda diciendo cosas, es su asunto".
Azuzado por varios planteamiento puntillosos, dijo: "Opino que las palabras de Sabina son pura mentira. Joaquín es un mentiroso profesional". Y ya en el encono, remató: "Es como una novia borracha".
Por separado se refirió al éxito de cantantes como Paulina Rubio, Thalía y Shakira: "Ellas pertenecen a una idiosincrasia que no tiene nada que ver conmigo. Es un género híbrido que no tiene historia; esa música es más un producto, pero en fin, la libertad es libre".
No quiso hacer declaraciones de tinte político sobre México. "No me gusta opinar porque cuando un español o un gringo va a Argentina y comenta, me molesta: una vez dijeron que volamos mucho y por eso no vemos la realidad".
Tras cuatro días de permanecer internado en una sala de cuidados intensivos, el director fundador del Semanario Zeta dejó de existir.
En un comunicado de prensa emitido por el rotativo se informó que Blancornelas murió a las 03:30 de la madrugada en el hospital "donde fue tratado de una dolencia crónica que le afectó los últimos meses".
Al periodista le sobreviven su esposa Genoveva Villalón de Blanco y sus hijos José Jesús, Ramón Tomás y César René Blanco Villalón.
La información oficial no especifica la "dolencia" del periodista, pero se conoce que padecía cáncer en el estómago que le fue diagnosticado a principio de los 90 que se complicó con la diabetes.
La dirección del Zeta estuvo a cargo de su hijo César René Blanco Villalón y la periodista Adela Navarro Bello desde hace unos meses, luego de que las dolencias lo obligaron a descansar.
A pesar de su retiro, Blancornelas siguió enviando el reportaje principal de Zeta "Dobleplana" cuyo tema se centraba casi siempre en el tema del narcotráfico y la inseguridad.
Blancornelas había sobrevivido a un atentado el 27 de noviembre de 1997 a manos de cinco gatilleros fuertemente armados.
Con cuatro balazos en el cuerpo, y junto al cadáver de su guardaespaldas Luis Lauro Valero, el periodista logró utilizar el aparato de radiocomunicación de su automóvil.
Enemigos íntimos , disco que hace ocho años unió el talento del español y el argentino terminó también por separarlos y concluyó con un intercambio de lamentables declaraciones.
Ayer, Páez se mostró serio, y hasta un tanto indiferente, cuando la prensa mexicana le preguntó si sus malos entendidos con Joaquín ya estaban aclarados, luego de que, presuntamente, el humor del español afectara su relación y provocara la cancelación de la gira de dicho álbum.
"Esas son put...ías, prefiero no tratar ese tema porque soy un caballero, y eso tiene que resolverse en la intimidad. Sí lo he vuelto a ver (a Sabina), eso es como una riña con tu mujer".
Luego alguien le recordó que en uno de los temas de su disco Alivio de luto, Sabina le reprocha no haberlo apoyado en momentos de depresión.
"Eso es mentira, así no es Fito, pero, bueno, Joaquín es un mentiroso profesional... es como dejar a la ex novia", contestó irónicamente Páez.
Luego, ya en un tono más sereno, el autor de "El amor después del amor" habló sobre cine, la pobreza en la música y del sentir que le provoca regresar a la ciudad de México, donde esta noche ofrecerá un concierto en el teatro Metropólitan, para presentar su disco El mundo cabe en una canción.
Indicó que este disco no se basa en una historia lineal, pues explicó que las canciones de El mundo... cuentan diversas historias: "Los discursos que son lineales me abuerren".
Fito dijo sentirse honrado por el homenaje que cantantes mexicanos como Estrella, Jannette Chao y Sin Bandera le rindieron en el disco Tributo a Fito Páez, y comentó que los invitó a su recital.
Las tonadas de Here comes the sun y The inner light se mutan con las de Come together y Dear Prudence. En una sala de la disquera EMI, los beatlemaniacos de corbata, otros más del ámbito cultural y algunos roqueros de la escena nacional movieron la cabeza, manos y piernas al ritmo de esas piezas que los vieron enamorarse, crecer o inspirarse. La mayoría, incondicionales del sonido del Cuarteto Liverpool, aprobaron "la escucha" del disco Love, reciente material sobre The Beatles que el pasado lunes se lanzó al mercado mundial, 36 años después de la separación del grupo.
Se trata del nuevo experimento del llamado quinto beatle, George Martin, quien al final de esa sesión sonora charló con "sus invitados".
El beneplácito de los millones de seguidores de The Beatles regresará al ámbito de la música comercial debido al lanzamiento de Love, estético y armonioso material concebido ante la petición de los beatles sobrevivientes, Ringo Starr y Paul McCartney, y de las viudas de los otros dos (Yoko Ono y Olivia Harrison) de hacer versiones experimentales (más bien, mejoradas) a partir de grabaciones maestras enfocadas a la creación del más reciente espectáculo de la compañía canadiense Cirque du Soleil.
El productor inglés George Martin (nada más con 50 años de experiencia) y su hijo Giles trabajaron con el archivo completo de grabaciones hechas por The Beatles en los estudios de Abbey Road.
"Este álbum pone a The Beatles juntos de nuevo: John, George, Ringo y yo; esto es verdaderamente magia", dijo Paul McCartney en una declaración en el boletín del sello Apple, que se entregó durante la pasada visita de George Martin, luego de la sesión sonora, a la que se ingresó previa firma de contrato con la disquera inglesa para no revelar antes del pasado lunes la información del disco. A la sala no se podía entrar con grabadoras ni teléfonos celulares, como si se guardara un secreto de Estado.
Para Ringo, "es algo muy poderoso; escuché cosas que inclusive había olvidado". Yoko Ono, aseguró: "Lo han dejado todo más hermoso de lo que era".
Olivia Harrison aseguró: "Cada uno de los elementos crean una sensación de unión muy fuerte".
Y George Martin, en la charla posterior con esos fans "privilegiados" que escucharon el disco hace unas semanas, contó la génesis de Love: "Hace tres años Apple se acercó a nosotros para crear un montaje de sonido para la obra del Cirque du Soleil. Aceptamos por la importancia de esa compañía y por el gusto de darle otro aire a canciones que habíamos grabado hace 40 años. Luego fui con Paul a ver el show en Las Vegas; nos pusimos a recordar esos viejos tiempos y me preguntó: '¿fui yo quién hizo eso?' Es curioso, nos conocimos como personas, para mí él no es ningún icono del rock, lo conocí a los 18 años, es un amigo".
Agregó: "El disco resume ocho años y medio de grabaciones del cuarteto Liverpool en 78 minutos. Quisimos presentar un disco de un grupo como si no hubiera existido antes. Es un disco que habla de emociones como el amor. Es el último disco en el cual trabajo y por eso puse todo mi corazón".
Martin rearmó las rolas, aislando un segmento o una parte instrumental de unas y otras, mezclándolas de manera diferente, creando un viaje refinado y lúdico al fascinante mundo de The Beatles. Por ejemplo, Get back se auna a Glass onion, antes de que resuenen las cuerdas de Eleanor Rigby. Ringo Starr canta Octopus's garden con la música de Good night, mientras que la cítara de Harrison acompaña las voces de Sun king, cuya banda pasa al revés. Es un viaje a las entrañas de la historia del cuarteto Liverpool.
"Hice el álbum para satisfacer mi gusto y no para que sea número uno de ventas, pero si al final a la gente le gusta, esa es la verdadera recompensa", dijo el productor.
Martin resumió todo este trabajo de manera contundente: "Fue retomar la magia de trabajar con el cuarteto".