Oleguer, un futbolista muy especial

Por Lluís Mascaró.
Corren malos tiempos para el pensamiento y la intelectualidad. En una sociedad en la que sólo cuenta ser rico y famoso queda poco espacio para el estudio, el diálogo y la opinión. Por eso se agradece que todavía existan personas comprometidas, que no hagan de la política su profesión y que manifiesten abiertamente su ideología, sea cual sea. Si esto, además, ocurre en un mundo como el del fútbol, donde los jugadores son niños mimados que viven en nubes de halagos y millones de euros, aún resulta más destacable. Este, sin duda, es el caso de Oleguer Presas. El defensa del Barça es, antes que futbolista, persona. Y lo demuestra con sus actitudes y sus palabras. Sólo por eso se merece el respeto de todos, incluso de los que no piensan como él.

Oleguer siempre se ha definido como un antisistema. Licenciado en Económicas y autor del libro ‘Camí d’Ítaca’ –donde reflexiona sobre temas como la desigualdad social, el racismo, la lucha antifranquista o la especulación inmobiliaria–, se ha pronunciado públicamente en asuntos complejos y no ha tenido reparos en apoyar activamente el reconocimiento oficial de las selecciones catalanas, posicionarse en contra de la Constitución Europea, protestar por el cierre del diario vasco ‘Egunkaria’ o manifestarse a favor del movimiento okupa.

Ahora ha escrito un artículo en el que, aprovechando la situación del etarra De Juana Chaos, critica el Estado de Derecho y cuestiona la verdadera independencia del poder judicial y el poder político. Sin entrar a valorar el contenido de su escrito –que no defiendo–, con el hecho de posicionarse en un tema tan delicado ya se ha ganado el reconocimiento de mucha gente harta de tanta palabrería y topicazos.

Ningún otro futbolista de este país sería capaz de articular un discurso tan reflexivo como el de Oleguer. Debería ser un orgullo para todos los barcelonistas tener en la plantilla a un jugador tan especial, dentro y fuera del campo. Un ejemplo para aquellos que piensan que hay que ‘mojarse’ –para bien o para mal– y que la vida es mucho más que darle patadas a un balón.