lunes, febrero 19, 2007

El arte tiene que ser libre

Entrevista con el cantautor argentino Pedro Aznar
El arte tiene que ser libre


Sandra del Valle . La Habana
Fotos: Kaloian

El artista afinó su guitarra y luego la rasgó seguro, a pesar del titubeo de
las cuerdas por el frío del aire acondicionado que rápidamente desapareció
con el calor de un público que rebasaba la sala del teatro del Museo
Nacional de Bellas Artes. Era el preludio de un concierto bellísimo del
cantante, compositor, bajista, arreglista argentino Pedro Aznar, sobre todo
para los muy jóvenes que por primera vez lo oímos cantar en vivo, pues su
primera visita a Cuba -donde también concertaría para el público cubano- fue
hace cuatro años, invitado por el Centro Pablo de la Torriente Brau.
Empezó por "Amelia" de Johnny Mitchell y nos hizo un recorrido por discos
anteriores, pasando por canciones como "Fotos de Tokio"; "Tu amor"; "Los
Hermanos", de Atahualpa Yupanki y "Angie", de los
Rolling Stones. Acompañado no sólo de sus guitarras, sino también del músico
cubano Pablo Milanés, su hija Haydée y Miguel Núñez en el piano, escuchamos
además un adelanto de lo que será su próximo disco.
Nacido el 23 de julio de 1959 en la ciudad de Buenos Aires, Pedro Aznar
formaría parte, desde 1978, junto a Charly García, David Lebón y Oscar Moro,
del grupo Serú Girán, considerado como un verdadero hito en la historia
musical argentina y que legaría diez discos.
En 1983 se incorporía al Pat Metheny Group como multiinstrumentista y
vocalista con el que ganó tres premios Grammy por los discos "First Circle"
(1984), "Letter from Home" (1989) y "The Road to You" (1993) hasta
establecerse como solista en 1993 ya con once títulos producidos.
Justo después del concierto le dedicaría unas palabras a La Jiribilla.

Con Pablo Milanés

En tu obra se une el músico con el poeta, pero has tenido la necesidad de
expresarte sólo desde la poesía. En 1992 publicas tus Pruebas de fuego.
¿Cómo es este proceso creador?
La poesía en realidad nació primero en mí. No sé si es justo decir esto, no
sé si es justo para con la música, pero mi primer intento de componer, de
escribir poesía es anterior al de mis primeros intentos de componer música.
Alrededor de los seis años escribí mi primer poemita y descubrí el mundo de
las rimas y la sonoridad de las palabras. Pero se han ido desarrollando en
realidad juntos. La poesía es una gran compañera. La música se
profesionalizó muy pronto en mi vida. Empecé a estudiar música a los nueve
años y a los catorce ya estaba tocando profesionalmente, en un grupo
pequeñito y haciendo todo a pulmón; pero con la poesía no. La poesía siempre
fue un lugar íntimo, como un lugar reservado para mí mismo, un lugar de
creación que se quedaba en casa y recién a los 32 años publiqué con un poco
de recelo. No me daban muchas ganas porque yo sentía que la poesía era un
lugar que necesitaba que estuviera como a distancia, como un lugar interior,
pero después me di cuenta que podía compartir eso y dejar esa puerta abierta
porque es una manera de abrir el alma.
¿Cómo te sientes, músico, poeta?
Las dos cosas, porque además el mundo de la canción, como decía recién en el
concierto, es muy fascinante, muy enriquecedor para quien lo hace. Hay
canciones que son una fusión de música con literatura y es muy gratificante
cuando se encuentra ese nexo, ese vínculo en los cuales realmente la música
y la poesía se encastran y hay un buen maridaje entre las dos cosas.
Sé que le confieres una tremenda importancia a los textos de las canciones.
¿Tiene esto algo que ver con que en el año 2000 apareciera tu disco Caja de
música donde musicalizaste poemas de ese genio de las letras argentinas que
fue Jorge Luis Borges?
Lo de musicalizar los poemas de Borges fue, además de un gran halago de que
me convocaran para hacerlo, una gran escuela. Convengamos que meterse con
semejante peso pesado de la literatura es una responsabilidad demasiado
grande. Encontrarle desde la música una expresión musical a poesía que tiene
semejante música como poesía en sí es un desafío muy grande, pero fue
también un aprendizaje.
Conocemos de tu admiración a Los Beatles a quienes has versionado en
numerosas ocasiones y a quienes versionarás también en tu próximo disco.
Háblanos de la importancia de este grupo en tu obra.
Enorme. A mí me pasó como le ha pasado a cantidad de gente que a partir de
escuchar a Los Beatles decidió ser músico o por lo menos sintió como una
urgencia de convertirse en músico. Seguramente hubiera sido músico de todas
maneras porque creo que eso viene en los genes -mis padres eran músicos-,
creo que eso se hubiera manifestado de todas formas, pero el hecho de
escuchar aquella música y esa poderosa electricidad y ese caudal de belleza
fue como un despertar muy concreto en la música.


Haces tu primera banda sonora en 1987 para el filme Hombre mirando al
sudeste de Eliseo Subiela con quien continuaste colaborando. ¿Cómo te
sientes trabajando por encargo?
Para un compositor los encargos son en realidad una motivación, a pesar de
que pueda parecer una cosa un poco fría. A partir de una invitación o de un
contrato para hacer una determinada cosa uno tiene que hacer surgir, fluir
la creatividad. En realidad, son motivaciones, son incentivos. Creo que la
creatividad lo habita a uno constantemente y las experiencias que uno tiene
en la vida, las cosas que uno ve, las cosas que a uno lo conmueven buenas,
malas, todas, van dejando un sedimento y esa experiencia uno la tiene al
alcance de la mano todo el tiempo. Cuando aparece una invitación para
plasmarlo en una obra artística, o cuando hay una fecha a cumplir, esa
obligación hace que uno se conecte con ese momento.
Una de las cosas más atractivas de tu música es esa búsqueda en lo
latinoamericano. ¿Por qué te apegas a esas raíces después de la
multiplicidad de estilos y géneros con los que has trabajado?
En los últimos diez años ha sido así y pretendo seguirlo ahondando porque
creo que ahí hay una fuente riquísima de música. Además creo que para
nosotros desde Latinoamérica es muy importante no perder de vista nuestra
cultura, siempre con una mentalidad abierta, no excluyente de otras
influencias y estando alertas a nuevas tendencias de cualquier lugar del
mundo. Pero creo que uno dice las cosas más poderosas cuando está bien
afincado en lo que le es propio, cuando habla de algo que verdaderamente lo
apasiona y sobre lo cual uno verdaderamente sabe.
¿Crees que la música tiene un fin social?
No. No tiene por qué tenerlo. Me gusta el arte que se compromete con la
sociedad, me gusta el arte comprometido, pero no creo en el fundamentalismo
de que el arte debe ser comprometido. El arte no debe ser nada. El arte no
le debe nada a nadie. El arte tiene que ser libre, tiene que ser capaz de
soñar, tanto sueños como pesadillas.
Anoche estuviste en un megaconcierto en la Tribuna Antiimperialista,
celebrando los cuarenta años del rock argentino. ¿Todavía te consideras
parte de ese movimiento de rock?
Sí, desde lo afectivo y desde lo raigal. Mi raíz viene de ahí. Yo nací y
crecí como músico de rock, le debo al movimiento muchas de las cosas que he
aprendido y de las cosas que soy. Porque no es solamente la música de rock
en sí, sino además la cultura rock. Particularmente de los años sesenta es
una cultura revolucionaria, contestataria, una cultura que se oponía a la
masificación, a la mentalidad de rebaño, que priorizaba la búsqueda en lo
espiritual, en una lectura más honda de lo social, de la belleza y la
celebración del cuerpo, en una apertura hacia niveles más elevados de la
sensualidad y la sexualidad. Yo le debo muchos de esos encuentros de estas
cosas tan valiosas a la cultura rock.


Has tenido varios momentos en tu carrera dentro de los que se destaca tu
trabajo en Serú Girán y luego con Pat Metheny Group. ¿Qué recordarías de
aquellas épocas?
De Serú Girán lo que recuerdo con más cariño es la actitud de amigos que
teníamos. Éramos como una especie de pandilla que andaba como de vacaciones
por los caminos y nos gustaba hacer locuras y la pasábamos muy bien, y a la
vez había un continuo desafío entre todos nosotros por mejorarnos cada vez
más, por ser cada vez mejores músicos.
El grupo de Pat Metheny fue para mí una escuela de excelencia de primer
nivel mundial. Me encontré tocando con músicos de un calibre altísimo y con
un nivel de profesionalismo realmente ejemplar. Yo creo que eso me formó
profundamente, me dejó una concepción de la excelencia a la que se puede y
se debe aspirar en lo artístico que me marcó profundamente.
Nos adelantaste algunas canciones de tu próximo disco. ¿Qué perspectivas
tienes para este año?
Lanzar el disco dentro de unos meses. Tenemos planeada una gira muy extensa
por toda Latinoamérica y Europa para presentarlo.

GALERIA DE FOTOS:
http://www.lajiribilla.cu/2007/n301_02/301_92.html

FUENTE:
http://www.lajiribilla.cu/2007/n302_02/302_06.html

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