miércoles, julio 25, 2007

Sólo discrepé de AMLO por el bloqueo: Monsiváis


Sólo discrepé de AMLO por el bloqueo: Monsiváis

De visita en Monterrey para ofrecer un curso, el autor de Días de guardar concede una entrevista a MILENIO en la que aborda lo mismo temas culturales que políticos.

Es el autor de Amor perdido, Días de guardar, Escenas de pudor y liviandad, y Aires de familia, entre otras obras imprescindibles de la crónica y crítica mexicanas. Se llama Carlos Monsiváis y está en Monterrey sustentando un curso en torno a cultura y sociedad en el Centro Cultural Universitario.

El lunes pasado fue testigo de la presentación del libro La ciudad como texto, en el que Jazreel Salazar examina su visión periodística del hecho urbano. Sin embargo, Monsiváis se da tiempo y concede esta entrevista a MILENIO.

Has sido un testigo excepcional de la transformación del pensador en intelectual en América Latina, la posibilidad del intelectual público y su actual proceso de decadencia.


Esta es una reflexión que he venido arrastrando desde mi adolescencia. Tenía entonces ya una serie de lecturas acumuladas, y sólo vine a darles forma hasta ahora que me pidieron un curso sobre la condición del intelectual en América Latina. Y aunque esa reflexión aún no tiene una forma precisa, tengo ya algunas conclusiones previas. Por ejemplo, sostengo que hay grandes, importantes puntos de coincidencia dentro del proceso intelectual en América Latina, aspectos tales como la secularización, la diferenciación entre la iglesia y el Estado, y las repercusiones del enciclopedismo francés. Es importante considerar también la existencia de los movimientos culturales europeos, tanto como la presencia de Sartre, Beauvoir, Marx, Freud y Camus a lo largo del siglo XX. Otro aspecto de semejanza a tomar en cuenta es que en toda América Latina primero se hicieron notorios los poetas, luego los pensadores, después los novelistas y ahora los académicos, que vienen a responder a las necesidades actuales de la democracia.

Hay un momento en la historia cultural del siglo XX mexicano en el que Alfonso Reyes estaba solo frente a la portería.

Lo que pasa con Reyes es que era una figura excepcional, pero no una figura popular. Reyes era importante para los escritores, pero nada más para los escritores. El que era realmente importante a nivel popular era José Vasconcelos, que había desarrollado un proyecto importante en la Secretaría de Educación Pública y que hasta hace pocos años era un programa indiscutible. Por su parte, Reyes era un escritor para escritores y sigue siéndolo, porque sus obras completas lo aislaron. Lo que se está haciendo en la Capilla Alfonsina de Nuevo León es importante, sí, pero habría que esforzarse más para que sus lectores se beneficien de su obra.

La vida del mundo intelectual mexicano se encuentra ligada a los inicios de la televisión. Una de las primeras emisiones televisivas en nuestro país contó con la participación de Alfonso Junco, Andrés Henestrosa y José Vasconcelos.

Fue un programa interesante a secas, además de pintoresco. El mismo Vasconcelos hacía los comerciales en vivo. Él tenía que elogiar en la pantalla las bondades del brandy Evaristo I, el patrocinador de la serie. Alfonso Junco fue un invitado y sus intervenciones eran peculiarmente desafortunadas. Junco defendía que México se escribía con j. Eso era algo banal, además de un disparate.

Quizás para reivindicar la j de Junco.

Él decía que era la j de la identidad tradicional.

¿Y cuál era el papel de Henestrosa en esa emisión inaugural?

Defendía la identidad indígena y luego tuvo alucinaciones étnicas. Lo importante es que Vasconcelos se introdujo a la televisión y condujo unas mesas redondas que por cierto no conducían a ningún lado, como ocurre con casi cualquier mesa redonda… En otro momento, mucho más tarde, Octavio Paz sostuvo un proyecto interesante en televisión.

Después de Juan José Arreola.

Preferiría pasar en silencio por ese episodio, ya que a Juan José Arreola le exigieron capacidades con las que ya no contaba. Octavio Paz incitó a búsquedas del pensamiento con discusiones afiebradas, pero no convocaron la atención. Fuentes tuvo más suerte con El espejo enterrado. Hoy, el mundo académico está muy ansioso por incrustarse en las cámaras, pero aun contando con el canal 11 y el 22, la presencia de los intelectuales en la pantalla mexicana es sin duda precaria.

¿Nunca fuiste invitado a tener tu propio programa: el show de Carlos Monsiváis?

Ese show lo hago en mi casa, cuando estoy solo. Suelo decir: “Bienvenidos. Le doy la palabra a Don Quijote, para que nos explique por qué es un clásico...

¿Qué haces con tanto libro que te regalan?

No puedo evitar la curiosidad, veo los libros y a veces los leo. No leo todos, pero sí bastantes. No he podido terminar el primer artículo que comencé a escribir en mi vida, porque siempre hay un libro esperando en mi mesa para distraerme. Si me dan un libro de fotos de cine, primero lo disfruto y luego quiero ver las películas de las que nos habla.

Cuando Alfonso Reyes vio que tenía muchos artículos publicados, los pegó con cinta Scotch y ésas son sus obras completas, ¿a ti te ocurre algo parecido?

Me ocurre lo mismo. Todo el tiempo, pero no se puede publicar el material tal cual. Un escritor tiene que ser al mismo tiempo un reescritor, sino es una especie muy insólita. Tienes que trabajar muchísimo sobre un terreno muy riesgoso. Si eres Borges, puede ser, pero si no eres Borges, entonces tómate tu tiempo.

Describiste a una Gloria Trevi en su momento cumbre y luego desandaste tus pasos.

Yo no sabía de qué estaba hecho el espectáculo. Políticamente también uno se arrepiente.

¿Como en el caso de AMLO?

Sólo discrepé en lo correspondiente al bloqueo. No discrepo del movimiento. Es conveniente mantener las críticas. Pero las críticas no impiden el apoyo; la condición del apoyo crítico es la precisa si quieres comportarte como un intelectual frente a un movimiento popular.

Monterrey/Gabriel Contreras

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