Pablo Neruda.
Fueron horas mezclado con las hordas fascistas, de las más coquetas que se amontonan a vivir desde la Escuela Militar al Oriente. Los barrios más pitucos de este recargado Santiago con aires primermundistas. Todos en fila ordenaditos, sudorosos, nerviosos, pasito a pasito acercándose para dar el último adiós al tirano, en su gris lecho de muerto. “Todo vale la pena”, decían las ancianas, las embarazadas y hasta los inválidos que se iban moviendo entre la masa hipnotizada otra vez por los fusiles, botas y bayonetas. “Todo vale la pena”, debió pensar también, Francisco Cuadrado Prats, soportando el tufillo pinochetizado que penetraba lentamente en su cabeza. Con dolor, con el recuerdo de todos esos domingos, de las graduaciones, cenas y navidades marcadas por una ausencia notoria. Marcada a fuego por los mismos que se denominan hermanos de armas.
1 comentario:
Grande Pancho Cuadrado Prats !!!
Con valentía representaste a millones de chilenos.
Un abrazo fraterno y rebelde...
Valeria
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