viernes, abril 13, 2007





Por Eduardo Limón
elimon@eme-equis.com.mx
Fotografía Jaime Boites

Paco Ignacio Taibo II nos recibe en su casa de la colonia Condesa. Bueno, él no, más bien su perrita, la Chirris, quien nada más empujar la puerta luego del timbrazo que permite la entrada, se transforma súbitamente en una pequeña y esponjosa Virgilia
–si tal cosa existe–, que no cesa de mover el rabo y ladrar anunciando la llegada de
visitas. La Chirris se encarrera y sube hacia el primer piso, en el que, luego de un
alocado quiebre de patitas, se encarama en el regazo de su amo. Paco Ignacio Taibo II extiende la mano a través de su pobladísimo escritorio. Retira una inmensa pila de libros de su lado, regresa a la Chirris al suelo y se dispone a conversar armado de dos cosas que, junto con sus celebérrimos libros policiacos y su interés por la historia viva, lo definen instantáneamente: un cigarrillo y un vaso de Cocacola.


Olga Lavanderos dice que su sueldo alcanza para 312 Cocacolas familiares, tú me recibes invitándome una ¿qué historia hay con la Cocacola, Paco?
Soy un impenitente bebedor de refresco de cola, Pepsi o Cocacola, no discrimino, y mi afición no tiene mucho pinche misterio: no bebo alcohol, no me gusta. Trabajando muchas horas de noche, fumando mucho, se te seca la boca, y entonces consumes refresco de cola uno tras otro, y bueno, vas alterando tu gusto, te acostumbras al azúcar. En mi caso, además, creo que lo de la Cocacola ya es un problema energético; una vez la dejé y me caía al suelo de cansancio. Ni hablar, tengo dentro una máquina que convierte el azúcar y la cafeína en energía.
¿A un hombre de izquierda no le crea un gran problema beber compulsivamente refresco de cola?
Alguna vez tuve un problema con un obrero en los sesenta, muy militante, comunista, quien me dijo muy molesto que estaba bebiendo sangre de vietnamita. Yo le dije que no se pasara ni se azotara, y le agregué: “¿Qué es lo único que un intelectual de izquierda no puede hacer? Beber Cocacola en público. Ah bueno, pues eso hago, chingue su madre”. No pareció dejarlo satisfecho mi argumento, y entonces tuve que recurrir a todos los demás argumentos que tengo para defenderme, por ejemplo, que el Che era un bebedor impenitente de Cocacola…

"Hay un momento en la guerrilla boliviana
en que, en un asalto, el Che pide a uno
de sus segundos que vaya al
pueblo y traiga refrescos de cola”

“Cuando digo que me gustan las mujeres de más
de 50 años, inteligentes, y en particular la mía,
me ven gachísimo"

“Tienes que pensar que cualquier cambio profundo
en América Latina pasa por una alianza con
una parte de Estados Unidos"

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