viernes, abril 20, 2007

Para escribir bien. ¡Que hable! ¡Que hable!

por Karla Bernal Aguilar
algarabía

¿Qué hacer con una letra que es muda y que causa tantos malos entendidos con la ortografía? ¿Eliminarla?(1)

Pues ésta no ha sido una mala idea para Gabriel García Márquez, quien propone que «enterremos las haches rupestres»,(2) o para Andrés Bello, quien, en sus Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar la ortografía en América,(3) sugiere suprimir la h, para eliminar todas aquellas grafías que hacen complicada la ortografía al escritor y acuñar la propuesta de que escribamos como pronunciamos, es decir, que cada letra corresponda a un solo sonido y que cada sonido esté representado por una sola letra.(4)

Pero vayamos por partes: ¿cómo es que una letra muda hace acto de presencia en un vocablo? Según José Moreno de Alba,(5) las razones para que la h aparezca en un término son:

1. Por una costumbre establecida durante el Renacimiento, pues algunos manuales —como el Tesoro de la lengua castellana (1611), de Sebastián Covarrubias— instituían como regla que se usara la h en todas las voces que la tuvieran de origen; por ejemplo, del latín, en: haber, hombre, hebreo, humano, hemisferio, humilde, hereje, héroe, historia, honor o humor; del árabe: harén o alhaja; de las lenguas amerindias: hamaca o hicaco; o del inglés: hurra.

Lo curioso es que incluso en algunos términos latinos, la h funcionaba como un simple signo ortográfico carente de sonido, razón por la cual en los primeros textos castellanos se omitía sin problema alguno, por ejemplo en aver y omne; no obstante, el simple hecho de que a principios del siglo xvi se haya buscado reponerla bastó para tenerla hoy entre nosotros. Por otro lado, hubo términos en los que ganó el uso y la h se suprimió, como en aborrecerabhorrere—, comprendercomprenhedere— o inviernohibernum—. Actualmente existen palabras que se pueden escribir con h o sin ella: alhelí o alelí; harpía o arpía.

2. Para sustituir al sonido aspirado de la f con el que contaban algunos términos del español antiguo, que a su vez lo habían tomado del latín. A mediados del siglo xvi, la f se convirtió en h y, entonces, faba se transformó en haba, facer en hacer, fijo en hijo, farina en harina, fermoso en hermoso y falcone en halcón, entre otros. No obstante, el cambio no se aplicó a todos los vocablos, pues en aquellos en los que la f estaba dentro del término, fue reemplazada sólo cuando el segundo componente de la palabra podía identificarse con un término simple que ya llevaba la h: rehacer contra refutar, por ejemplo. Con el paso del tiempo, la h enmudeció y dejó de representar ese sonido aspirado.

3. Para dejar de ser afónica y «hablar», al representar el sonido de la g, lo que sucede cuando precede al diptongo uehuerto, vihuela—, y de la y, cuando se antepone al diptongo iehielo, hierro—. Respecto al primer caso, Moreno de Alba transcribe el texto de una gramática académica de 1872 que dice: «El único caso en que la h tiene algún sonido, el cual se confunde con el de la g suave, es cuando precede al diptongo ue».(6) En cuanto al segundo punto, es interesante observar cómo han surgido formas como hiedra y yedra, o hierba y yerba, en las que el uso de ambas opciones es posible.(7)

Hasta aquí, querido lector, las razones por las que la h continúa hablando por sí misma. Sin embargo, y siendo sinceros, ninguna de ellas la hace más amable para nosotros en lo que a su uso ortográfico se refiere. Por ello a continuación le proporcionamos algunas notas orientadoras que podrían suavizar su relación con esta letra, que hace más ruido que cualquiera.(8)

Se escriben con h:

Las formas de los verbos haber, hacer, hallar, hablar, habitar:

Mañana habrá una gran cena; entonces hallará el momento y hablará.

Los compuestos derivados de los vocablos que tengan esa letra:

Es injusto: desheredó a su ahijado por sus actos heroicos. Dice que lo deshonró.

Las palabras de uso actual que empiezan por los diptongos ia, ie, ue y ui:

Recuerdo a mi abuela, vestida con un huipil, preparándonos huevos y té de hierbabuena.

Las palabras que llevan el diptongo ue precedido de vocal; en este caso, la h va intercalada:

Me encanta sentarme bajo la sombra del ahuehuete.

Las palabras que empiezan por los elementos compositivos hecto- —«cien»—, helio- —«sol»—, hema-, hemato-, hemo- —«sangre»—, hemi- —«medio», «mitad»—, hepta- —«siete»—, hetero- —«otro»—, hidra-, hidro- —«agua»—, higro- —«humedad»—, hiper- —«superioridad» o «exceso»—, hipo- —«debajo de» o «escasez de»—, holo- —«todo»—, homeo- —«semejante» o «parecido»—, homo- —«igual»—:

La hemoglobina es una proteína de la sangre que transporta el oxígeno a los tejidos, y no el hidrógeno, como afirmas.

Blanca es hipersensible a la medicina homeópata.

Algunas interjecciones:

¡Bah! Estaba segura de que traías el disco contigo.
¡Ah!, pero mañana no lo olvides de nuevo, ¡eh!

Por regla general, las palabras que empiezan con histo-, hosp-, hum-, horm-, herm-, hern-, holg- y hog-:

Mi hermano vino al hospital a tomar su clase de histología. Mientras él curará a la humanidad, yo seré una experta en hermenéutica.

Trivia en h muda

la última edición del drae tiene 2,171 voces que empiezan con h

hay 580 términos que tienen h intermedia

existen seis palabras que terminan en h; todas, interjecciones: ah, bah, eh, oh, sah, uh

si la h callara para siempre, se escribiría 1.2% menos

(1) v. Algarabía 5, 2002, El origen de las letras: «¿Por qué tan calladita?»; pp. 46-48.

(2) En Botella al mar para el dios de las palabras, discurso del escritor para el i Congreso Internacional de la Lengua Española, en Zacatecas, México, 2004.

(3) Artículo que fue publicado en 1823, en Londres, con las firmas g. r. —Juan García del Río— y a. b. —Andrés Bello—, en la revista Biblioteca americana, y, más tarde, en octubre de 1826, en El repertorio americano, con una nueva edición.

(4) Idea que desde el siglo xv ya había impulsado Antonio de Nebrija.

(5) José G. Moreno de Alba, «Sobre la letra “h”», Nuevas minucias del lenguaje, México: fce, 1996; pp. 342-344.

(6) Idem.

(7) Sin embargo, no en todos lados es igual; por ejemplo, en Río de la Plata, Argentina, hierba y yerba denotan cosas distintas; mientras que hierba designa cualquier planta pequeña de tallo tierno, yerba sólo es la que se usa para preparar el mate.

(8) La autora agradece a Ignacio Gómez Gallegos la información que proporcionó para nutrir este artículo.

A pesar de que a Karla Bernal Aguilar le gustó mucho escribir este artículo, ahora se siente como la h: muda para componer su semblanza. No obstante, solicitó que su nombre y sus letras figuraran en este espacio, aunque fuera como mero signo ortográfico.

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