viernes, junio 29, 2007

Al Zócalo!!


Habrá que ir este domingo al Zócalo de la Ciudad de México a exhibir un descontento que, a pesar de los 365 días que han transcurrido, ni cesa, ni se olvida. Habrá que ir este domingo a decirle al país, con nuestra presencia, que no nos conformamos con una democracia simulada, con una democracia secuestrada; porque si las elecciones no fueron parejas y transparentes; porque si en el proceso electoral intervino ilegalmente Vicente Fox, el entonces y para vergüenza de este país presidente de la República; porque si en el proceso electoral metieron las manos, también ilegalmente, la Iglesia y la cúpula empresarial; entonces la votación, de hace exactamente un año, no puede considerarse válida y no está en el ánimo de muchos millones de mexicanos —que tenemos memoria y dignidad— resignarnos, callar y aceptar a Felipe Calderón como presidente de la República.

Dicen y con razón que en la democracia se pierde y se gana por sólo un voto. Dicen también que a quienes tienen una verdadera vocación y voluntad democrática se les conoce mejor en sus derrotas, en la manera de aceptarlas, que en sus victorias. Hay muchos que esgrimen estos y otros argumentos para tildar de locos, de radicales, de necios, de antidemocráticos a quienes todavía hoy —365 días después— tenemos abierta una herida y nos consideramos agraviados por los ilícitos cometidos por el hoy partido gobernante y sus aliados (debería decir cómplices) en el proceso electoral.

No es lo nuestro un capricho. Es con razón que nos sentimos heridos y defraudados por los delitos cometidos desde el poder político, económico y religioso en la última elección presidencial, y tan heridos y tan defraudados que habrán de pasar 5 veces más 365 días sin que por eso cese la indignación y nos borre la memoria, a punta de miles de millones de pesos, la propaganda gubernamental. Olvidan, esos apóstoles de la democracia, esas buenas conciencias que hoy claman por la paz y la seguridad; los que nos llaman a respetar civilizadamente a las instituciones —esas que ellos mismos han demolido desde sus cimientos— los que nos incitan a aceptar la derrota que no puede ser aceptada en tanto que no fue producto de una contienda limpia, esos que nos tachan de locos y tozudos, olvidan —digo— convenientemente que si un voto; un solo voto, o peor aun 0.58% de los votos que hacen la diferencia, se obtiene tramposamente tampoco puede ni debe considerarse válida la elección y quien así los hace —para entronizarse en el poder a toda costa— traiciona a la democracia. Traición y tanto como la suya sería la nuestra si olvidamos, si nos conformamos, si pasamos por alto tan profundo agravio. Agravio que no lo es sólo para a un hombre o un partido. Agravio contra un país. Agravio contra un sistema —el democrático— que supuestamente descansa en la equidad de la contienda, en el estricto cumplimiento de la norma, en el respeto a las instituciones.

Me imagino que seremos, este domingo, quizás menos que otras veces. No lo sé de cierto; quizás nos llevemos, todos, una nueva sorpresa. En todo caso qué importa. No se trata sólo de un juego de números. No son vencidas las que jugamos. Ya en el pasado fueron muy pocos, muchos menos de los que somos ahora, quienes tuvieron la consecuencia y el coraje para cambiar las cosas. Esclavos de la imagen pública como son, en los pasillos de Palacio, habrán de medir seguro en la mañana del lunes el Zócalo cuadro por cuadro. Contarán obsesivamente persona por persona y pensarán que cada ausencia le otorga a su gobierno una legitimidad que de origen no tiene y que no se gana en las encuestas. Que no se engañen; lo que ha nacido torcido, torcido habrá de terminar.

Felipe Calderón Hinojosa despacha en Los Pinos porque él, su partido, su antecesor hicieron trampa, jugaron sucio, defraudaron no sólo a los que votaron por sus adversarios sino incluso a sus propios votantes, al país entero. Cometieron un crimen de lesa democracia que no despinta, que no diluye el paso de los días y al que la impunidad de la que gozan sólo convierte en un crimen mayor. López Obrador tuvo, es cierto, errores en el proceso electoral y luego en la conducción del movimiento de resistencia. Esos errores, sin embargo, no deslegitiman su lucha ni las de quienes por él votamos. Se perdieron ciertamente ventaja y margen de maniobra pero no la Presidencia de la República, porque esa, realmente, no estuvo en juego; no al menos en una contienda limpia y lo que en democracia no se juega así; ni se gana, ni se pierde. Nos vemos pues en el Zócalo este domingo.

Gutiérrez Vivó anuncia fin de Monitor, tras casi 40 años de trasmisión


Gutiérrez Vivó anuncia fin de Monitor, tras casi 40 años de trasmisión

La Jornada On Line

29/06/2007 13:32

México, DF. El periodista mexicano y director general de Grupo Monitor, José Guitérrez Vivó, anunció esta mañana que el noticiario radiofónico que durante casi cuatro décadas se escuchó en la radio en México llega a su fin.

Al hacer un recuento de la larga tarea de su noticiero, indico enfrentar problemas financieros porque "la publicidad no llega y no llega porque hay indicaciones de que no llegue. Es un boicot económico".

En la transmisión, se despidió de su audiencia e informó que a partir de este sábado en Grupo Monitor inicia un movimiento de huelga.

"Mañana a las tres de la tarde se inicia una huelga de los trabajadores de la Industria de la Radio y Televisión motivados porque Monitor no ha cumplido con sus deberes económicos con sus trabajadores", indicó

Durante la última edición hizo un recuento de anécdotas a lo largo de su trayectoria al frente a los micrófonos y también explicó las dificultades que enfrenta su empresa para continuar al aire.

A partir de ahora el concepto periodístico continuará sólo en su versión escrita, mediante Diario Monitor, agregó el periodista.

Durante la administración de Vicente Fox Gutiérrez Vivó, uno de los periodistas más reconocidos en México, enfrentó diversas presiones financieras y administrativas, así como litigios frente al Grupo Radio Centro, por cuya frecuencia transmitió varios años su noticiario.

En esta última edición de Monitor, Gutiérrez Vivó recordó aquel día 3 de marzo de 2004, cuando Grupo Radio Centro –sin previo aviso y pese a perder el proceso legal contra Grupo Monitor- sacó del aire el noticiario del mediodía.

“En el México de 2004, en plena democracia sacaron del aire una estación informativa, como hacían las dictaduras”, dijo y recordó que esa acción se hizo horas después de que el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, anunció en el noticiario la intención de contender por la Presidencia de la República.

El pasado 6 de diciembre, durante la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales de Periodismo, donde recibió un reconocimiento a su trayectoria, Gutiérrez Vivó reveló que antes del cambio en la Presidencia, Grupo Monitor recibió el siguiente mensaje del equipo entrante:

“Están castigados. Vamos a ver cómo se comportan. Si quieren difundir nuestra información, bien; si no, también. Cuando consideremos que hay un buen comportamiento, entonces se arreglará una entrevista con el presidente” Felipe Calderón.

Gutiérrez Vivó sostuvo ese día que nunca antes, en sus 40 años de comunicador, “había percibido una agresión perfectamente disfrazada y disimulada como la que estamos recibiendo desde mediados de la pasada administración”.

El periodista hizo esos comentarios una semana después de anunciar que suspendía sus transmisiones de radio en la frecuencia 102.5 de FM de la ciudad de México, el pasado 30 de noviembre, por problemas financieros.

En punto de las diez de la mañana y al cumplir 640 transmisiones por la señal de cable, en el Canal 52 Mx, Gutiérrez Vivó expresó: "Se nos murió Monitor, estamos tristes… Que el destino le cobre la cuenta a cada quien por lo que ha hecho. Muchísimas gracias por estos 36 años".

La voz que vuelve del silencio


Entrevista a la cantante Silvina Garre
La voz que vuelve del silencio


Por Cristian Vitale
Paneo rápido: no tiene hijos, vivió tres años en Estados Unidos, se recibió
de psicóloga, trabajó dos años como tal, fue adorada por Caetano Veloso,
entristeció y enterneció a medio país con "Era en abril" y "La canción del
pinar", canta desde los cuatro años, fue la pata femenina de la trova
rosarina y alguna vez llenó siete veces el Teatro Opera, junto a Juan Carlos
Baglietto. Rápido por necesario. Un poco por propia convicción, otro por
estados de situación que le jugaron en contra, desapareció varias veces de
la escena. Aunque desaparecer, claro, no implica dejar de existir. "Me
desilusionó esto del negocio musical. Hubo un momento, principios de los
noventa, que las reglas cambiaron abruptamente y eso me desorientó. De
repente, empecé a toparme con gente a la que no le importaba la intención de
crear belleza a través del buen gusto... apareció un otro con ganas de
imponer", dice, calma, reflexiva y crítica, en una sala estudio de Palermo.
El último decenio fue más o menos así, hasta que el reencuentro con un viejo
amigo músico -Luis Clemente- le devolvió las ganas de grabar. "No pensábamos
grabar, queríamos hacer lo que se nos cantara. Pero la respuesta de la gente
en los vivos fue buena, el repertorio estaba híper macerado y terminamos
haciéndolo", completa.

El nuevo disco de Silvina, sucesor de Nuestro lenguaje sagrado (¡1995!), se
llama El deseo y lo presenta hoy en el ND Ateneo. Tiene doce canciones,
artesanales, algunas muy inspiradas, y dos cortes que volvieron a poner su
cara en los medios: "Donde quiera que esté" y "Los buenos tiempos". "Antes
ibas a un programa de radio y los musicalizadores podían elegir tus
canciones para pasar, a un periodista le gustaba el disco que hacías y podía
hacerte una nota. Era más espontáneo, había más libertad hasta que los
medios de comunicación comenzaron a participar directamente del negocio de
la música. Eso complicó la difusión, porque las radios bajaban los temas
corporativamente", derrama, explicando de otra manera sus períodos de
amesetamiento. La muestra de hoy, prevé, será un repaso completo por su
nuevo regalo para gente sensible, más un nexo con clásicos que alguna vez la
pusieron en el pedestal.

-¿Extraña exponerse? Cuando grabó los dos primeros discos con Baglietto,
todo el mundo hablaba de usted...

-No. Yo no me expongo cuando siento que no tengo nada nuevo para mostrar o
aportar. No creo que haya que estar expuesto todo el tiempo. No laburo de
personaje, simplemente canto y hago canciones. Eso de que si no te ven todo
el tiempo no existís, es una falacia. Además, la gente no se olvida: sólo
tenés que mostrarte a las nuevas generaciones. Después de cantar con
Baglietto, y vivir lo repentino y vertiginoso del éxito, grabé dos discos
como solista y empecé a tocar en bares más pequeños, y también lo disfruté.

-¿Cómo fue el encuentro con la, por entonces, "prototrova" rosarina?

-Muy casual. Fue en un bar a la salida del recital de Almendra, cuando
regresó en 1980. Juan estaba con sus amigos en una mesa, yo en otra y
empezamos a hablar del show. Después nos fuimos al Café de la Flor a tocar.
Fue la primera vez que escuché "Era en abril". Se estaba separando
Irreal -primer grupo de Baglietto-. Después se integraron Fito Páez y Rubén
Goldín y, en 1981, quedó conformada la banda.

-¿Cómo aparecieron en Buenos Aires?

-Precisamente por el Café de la Flor. Estábamos tocando ahí y justo había un
productor amigo del dueño, tomándose un whisky. Re loco, porque había una
fiesta del colegio al que iba el hermano de Juan y él me invitó a tocar. Esa
noche hicimos tres temas como dúo y el tipo nos escuchó. Nos ofreció venir y
fue toda una conmoción... hasta ese momento tocábamos en peñas por el
choripán (risas). La idea de Juan fue traernos a todos.

-Y en menos de un año se transformaron en un suceso. ¿La razón fue el boom
del '82 o simplemente la magia de las canciones?

-El carisma de Baglietto fue fundamental. Era una cosa fuera de lo común
verlo cantar... pero también traíamos una poesía nueva, un mensaje
diferente. Era un grupo que tenía un aire de folklore, alguna cosa tanguera,
aunque en esencia no dejaba de ser rock. Y, sobre todo, andábamos bien con
los arreglos vocales. Aunque también ayudó que el primer disco saliera el
mismo mes que se prohibió la difusión de música en inglés. Aceleró la cosa,
digamos.

-Después llegó "La canción del pinar" de Fandermole, un tema que gastaron en
las radios, y aún se sigue pasando...

-¡Pensar que Fander la escribió cuando tenía 16 años! Y nunca la había
grabado, de hecho nunca se la escuché cantar. Un día estábamos en su casa de
Rosario y se la pedí. Pero me decía "es tan viejo... qué vas a grabar este
tema". Le insistí tanto, que lo terminé grabando. Gran acierto, ¿no?

FUENTE: PAGINA 12

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-6793-2007-06-29.html

Serrat y Sabina inician su gira en Zaragoza

Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina inician hoy en Zaragoza Dos pájaros de un tiro, un gira que recorrerá más de 60 ciudades españolas y latinoamericanas, algunas de las cuales ya han colgado el cartel de "entradas agotadas". El tour, patrocinado por EL PAIS, presentará a los músicos cantando "solos, juntos y revueltos", a modo de "fiesta", que muy probablemente terminará con la grabación de un disco-documental de los mejores momentos.

Años de amistad y de charlas han sido el resultado de esta gira conjunta: "Es una idea antigua. Aparece en alguna conversación de las muchas que hemos tenido a lo largo de los últimos seis o siete años. Yo, personalmente, estoy muy ilusionado, porque siempre quise ser Sabina, sobre todo cuando no conocía a Sabina", explicó Serrat durante la presentación de Dos pájaros de un tiro.

Para Sabina, el tour es la culminación de un sueño: "En mi caso es la realización de un sueño irrealizable. Yo creí que nunca lo íbamos a hacer, pero por mi culpa, porque yo le tengo al catalán exceso de respeto y exceso de admiración y creí que lo iba a defraudar. Voy a hacer lo posible por no defraudarle. Para mí también es una gran emoción hacer España y Latinoamérica en tan buena compañía".

Aunque conservan con recelo el contenido de su repertorio, es seguro que Sabina cantará "en catalán" y Serrat "en andaluz" y que a excepción de un corte de Peret, El muerto vivo, todos los temas serán éxitos conocidos de los dos cantautores.

La banda

Les acompañarán Ricardo Miralles (piano), Pancho Varona (guitarras acústicas), Antonio García de Diego (guitarras, teclados, armónica), Pedro Barceló (batería), Víctor Merlo (bajo y contrabajo), José A. Romero, (guitarras y acordeón), Patxi Urchegui (trompeta), José Miguel Pérez Sagaste (saxo), Roberto Bazán (trombón) y Paqui Sánchez y Marcela Ferrari (coros).

TVE repasa la trayectoria de Sabina y Serrat en 'La tele de tu vida'

TVE conserva en sus archivos una buena parte de la carrera artística de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat. Coincidiendo con el inicio de Dos pájaros de un tiro, la gira conjunta que emprenden hoy en Zaragoza los dos cantautores, el programa de La Primera de TVE La Tele de tu vida repasará esta noche a partir de las 0.30 horas trabajos y actuaciones de los dos músicos, desde sus primeras apariciones en la pequeña pantalla a sus colaboraciones con otros grupos y su actual tour en común.

Animados por la admiración mutua que se profesan, Sabina confesará cuál es la canción de Serrat que le hubiera gustado componer y Serrat admitirá qué tema del de Úbeda le habría gustado firmar. Asimismo, la emisión hará un recorrido por los temas que distintos grupos y cantantes han dedicado a los dos artistas, así como las distintas versiones que se han hecho de algunas de sus canciones.

miércoles, junio 27, 2007

No sabemos contar… ni queremos


Horizonte político
Por: José Antonio Crespo

No sabemos contar… ni queremos

Durante las Jornadas Ciudadanas de Reflexión y Análisis para la Modernización y Reforma Electorales, que organiza el IFE, el ex magistrado electoral Fernando Ojesto expresó lo que desde su punto de vista fue el principal problema de los desaguisados de la elección presidencial del año pasado: "La organización electoral está fuera de sospecha. Si alguien está bajo sospecha es la calidad cultural del pueblo de México, con lo doloroso que es esto. No sabe leer, no sabe escribir y menos sumar" (21/VI/07). Los errores aritméticos fueron muchísimos, en efecto. De las 117 mil 300 actas captadas por el controvertido PREP, 49.5% registraban inconsistencias aritméticas. Algunas de poca monta, otras de gran magnitud. Por ejemplo, al contrastar en el PREP el número de ciudadanos que oficialmente votaron contra la votación total emitida, surgen 818 mil 364 votos irregulares (el PRD denunció 900 mil inconsistencias, que el PAN aseguró que existían sólo en la delirante imaginación de los perredistas).

Ese hecho lleva a Ojesto a decir que no hubo fraude maquinado ni dolo ni mala fe. Coincido. La gran mayoría de inconsistencias seguramente fue producto de errores, de una mala capacitación, de la prisa y el hartazgo de los funcionarios de casilla. Pero cabe recordar que la ley señala que las inconsistencias pueden vulnerar el principio rector de certeza, hayan sido producto de error o de dolo. Eso es legalmente irrelevante. Y justo por eso es que las autoridades electorales debieron ser más exhaustivas al revisar y depurar las inconsistencias. Pero si los mexicanos no sabemos contar, las autoridades electorales no quisieron hacerlo para así subsanar, durante el escrutinio y cómputo electorales, nuestro rezago educativo.

Durante el cómputo oficial del IFE, del 5 de julio de 2006, los consejeros distritales abrieron y recontaron menos de tres mil paquetes. Es decir, apenas 5% de los que el PREP registró con errores aritméticos. Algunos consejos distritales se declararon francamente en "huelga de brazos caídos"; en 22 distritos no se abrió ningún paquete electoral; en otros 29, sólo se revisó uno. En 157 de los 300 distritos, se abrieron seis casillas o menos, muy poco considerando que el promedio de actas con inconsistencias era de 195 por distrito.

En otras palabras, los consejeros distritales del IFE (salvo excepciones), sabiendo sumar y restar, no quisieron hacerlo (pese a que el IFE desembolsó 180 millones de pesos en pagarles salarios y prestaciones). Y no es que las inconsistencias que tenían en las manos fueran pequeñas. Quedaron actas sin revisar con errores de 115 votos (distrito 15 de Jalisco), 205 (México-1), 345 (Zacatecas-1), 395 (Chiapas-9) y hasta 483 (Chiapas-7), sin que los consejeros se inmutaran. Dice ahora Luis Carlos Ugalde, queriendo evadir su responsabilidad (como siempre), que "sería deseable ampliar las causales para dar mayor certeza" (22/VI/06). Pero la ley no sólo facultaba, sino que obligaba al IFE a recontar las aproximadamente 60 mil actas con inconsistencias. Lo que hace falta no son pues nuevas leyes (o no sólo eso), sino voluntad para cumplirlas, lo que no mostró el IFE.

Y justo el Tribunal, en su sentencia del 5 de agosto, reprendió al IFE por su negligencia y descuido en este punto. Le dijo que, por oficio, debió revisar todas las actas con inconsistencias, así fueran de un solo voto. Le reclamó no haber sido exhaustivo, porque con ello se descuidó el "máximo beneficio posible que se pudiera alcanzar en el procedimiento de depuración del recuento de la votación". Sin embargo, el Tribunal no le ordenó al IFE reponer el incompleto procedimiento, pudiéndolo hacer a partir de sus facultades legales para revisar las casillas que quedaron con inconsistencias y que, según su propia evaluación, afectaban la certeza del proceso. En cambio, ordenó revisar menos de 12 mil casillas, que sumadas a las recontadas por el IFE, representaban sólo 25% de las actas con inconsistencias, quedando el 75% restante sin ser revisado por nadie. En otras palabras, ni el IFE ni el Tribunal quisieron contar, y no porque legalmente no pudieran hacerlo.

Pero el Tribunal tampoco supo contar cabalmente. Por ejemplo, dando por sentado que algunos de los votos irregulares podrían estar justificados, cuando los electores equivocan la urna y emiten sus votos en la casilla contigua (o en la básica, respectivamente), el Tribunal concluyó en su dictamen final que las inconsistencias se justificaban mayoritariamente (lo que no está nada claro), pero ni siquiera aplicó ese criterio durante su propia revisión. Al grado que anuló algunas casillas donde encontró inconsistencias determinantes, pero que se neutralizaban con las de su casilla básica o contigua (según el caso), con lo que la inconsistencia respectiva hubiera dejado de ser determinante. Sin embargo, los magistrados no hicieron dicho ajuste.

Un ejemplo: en el distrito 1 de Campeche, las casillas 112 básica y su contigua fueron anuladas, pues en la primera sobraban 23 votos que eran determinantes, y en la segunda faltaban 20 votos, también determinantes. De haber sido neutralizadas —como correspondía— las inconsistencias hubieran desaparecido o dejado de ser determinantes, y ambas se hubieran salvado. Como ese caso, hay muchos. En contraste, quedaron sin revisar muchas casillas que en principio debieron ser anuladas, pues las inconsistencias registradas en el acta respectiva superan la diferencia entre primero y segundo lugares. Por lo cual Ojesto debe incluirse —y a sus compañeros— entre los que "no saben leer, menos sumar". Sólo que algunos de los que no saben leer ni sumar no tienen empleo, o les pagan una miseria, en tanto que otros pueden ocupar los cargos públicos más caros del mundo, con salarios de lujo, jugosas prestaciones y millonarios "bonos de marcha".

lunes, junio 25, 2007

La historia del rock, en presente continuo

La banda pionera eligió su ciudad natal para el primer paso de su retorno a los escenarios. Al aire libre, en la plaza San Martín, recorrieron con rigor y emoción “aquellos” clásicos: “La balsa”, “Ayer nomás” y “Viento dile a la lluvia”, entre otros.

Por Cristian Vitale
desde Rosario

Rosario. Sábado 4 PM. Ciudad sitiada por el rock. Sobre la larga pasarela de cemento que ladea la orilla del Paraná, un solista punk, enfundado en una enorme capucha negra, toca para nadie. O tal vez para el río y la chica, que está detrás. Cien metros más allá, una banda aglomera todo el público que él no tiene. Mezclan temas propios con “Post Crucifixión” y “Despiértate nena”, viejas gemas de Pescado Rabioso. Algunos graffiti sintonizan con el contexto. “Ni te comas el verso, mejor policía es mejor represión”, dice uno y está lleno. Domingo 2 AM. El boliche que más explota es el Willy Dixon. A esa hora está llenísimo. Toca Patagonia Revelde y de repente aparece Rubén Patagonia, recordando que esa noche, justo, se conmemora el Winay Xipantu –Año Nuevo mapuche–, en las altas montañas del sur. Pogo a morir y rock argentino hasta las diez de la mañana. Los pubs de alrededor también... de Invisible a Sumo, hay de todo. Hasta en el cabaret más famoso, Las Rosas, la banda de sonido de las putas no es cualquier moda sino Pappo y ¡Emerson, Lake & Palmer! Reflexión: algo habrán hecho ellos...

Ellos. 5 PM y la plaza San Martín está bastante llena. La topografía complicada –monumentos, montículos de tierra, arbustos, maceteros, desniveles– hace que la gente se ubique por parcelas, y desde el escenario se la vea como si formara grupos dispersos. Está tocando Coki & The Killer Burritos, pero el mundito de testigos privilegiados espera el gran retorno. El frío taladra los huesos. Las madrazas, que alguna vez los habrán visto en el epílogo de los ’60, tiran mantas sobre el césped, ceban dos mates y las levantan. Los hijos preguntan: “¿Con ‘La balsa’ empezó todo esto?”. Y algunos viejos hippies compran tortas fritas y las acompañan con brebajes calentísimos. Baja el sol y sube José María Blanc, cantante y guitarrista de Pablo el Enterrador, extinta banda de rock sinfónico local, con cierto predicamento nacional en los primeros ’80. Hace tres temas y se va. Los organizadores piensan adelantar el show, porque el frío es cada vez más intenso. Aún falta la trova (ver recuadro), pero el momento cumbre, destapa-lágrimas, al final llega.

Ellos. Los Gatos. Cuarenta años después y con la misma ilusión. El mismo entusiasmo. La misma impronta que parió el rock en español y luego lo diseminó. Que puso la mecha para que, por ejemplo, Rosario se convierta en esta ciudad sitiada por el rock que es hoy. Es el único grupo que jamás había retornado de la tríada pionera (Manal volvió varias veces; Almendra una, pero inolvidable). Para Luis, un barbón cuarentón que permanece impávido en primera fila, es algo de no creer. Una quimera. Para su hijo, una novedad. Ahí está Nebbia, con camisa de seda floreada y bufanda roja; ahí está Ciro Fogliatta, el genial tecladista, con su chaleco negro de cuero. Ahí está ¡Kay Galiffi!, el guitarrista de los tres primeros discos, que hubo que repatriar de Brasil, donde vive hace 38 años. Ahí está Alfredo Toth, él único extra-rosarino –de los Gatos originales– con el mismo gesto de asombro que tenía a los 17 años, cuando no lo dejaban entrar a La Cueva por ser menor. Falta Pappo. Falta Oscar Moro y lo tienen que reemplazar dos: Rodolfo García –fan de la primera hora– y el experimentado Daniel Colombres. Pero están todos. La historia como eterno presente ha cumplido su misión.

La potencia del primer tema provoca el calor que faltaba. Es “Lágrimas de María”, una de las canciones que patentó el vuelco estético de 1969, cuando Galiffi se quedó en Brasil y pusieron a Pappo. Y todo se hizo más blusero, más potente. Suena certero, vigente. El bajo de Toth tiene la fuerza de Tor. De ese cuarto disco (Beat Nº 1) incluyen también “Soy de cualquier lugar” y el tema que prácticamente inauguró la psicodelia en la Argentina: “Fuera de la ley”. Todos se lucen y la zapada del medio transforma la escena en un infierno encantador. Es el pico estético. El traslado imaginario a una época en la que todo estaba por hacerse y a ellos justo se les ocurría adelantarse. Arriba, fugas y misterios eléctricos. Cuelgue sónico. Pasajes sin destino. Abajo, caras de asombro y éxtasis. Del disco que lo sucedió –también con Pappo– brillan los cortes exactos y demoledores del tema que le dio nombre: “El rock de la mujer perdida”, que sonaba “podrida” hasta que la censura la “redimió”. Es el otro momento clave. Tal vez la muestra más cabal de rock visceral que hayan dado Los Gatos en toda su existencia. El tándem García-Colombres–Toth sostiene la energía a pulso imparable y Galiffi se las arregla bien para que nadie pida la resurrección del Carpo. “No fui hecho para esta tierra”, completa el repaso por el quinto disco.

Acierto. A diferencia del pasado retorno de Los Gatos Salvajes, donde la reinterpretación de ciertas canciones no tuvo en cuenta el paso del tiempo, esta vez hubo una vuelta estética que hizo brotar nuevamente los pasajes más lúcidos del período beat. Por ejemplo, “Chica del paraguas” –versión hiperrockera–, el clasiquísimo “Ayer nomás”, “Seremos amigos” o “Viento dile a la lluvia”, con el aporte en percusión de Juanito Moro, el hijo del malogrado baterista. A otros, de esa misma época, ni siquiera hizo falta tocarlos. ¿Cómo hacer que “Esperando a Dios” no siga siendo una gema? ¿Cómo no alterar las profundidades sensitivas del alma con “Madre, escúchame”, se toque como se toque? ¿Cómo encerrar en el tiempo las atemporales “El vagabundo” o “Mañana”? Ochenta por ciento del repertorio consumado y ciertas exigencias. Falta “El rey lloró”, que será uno de los bises. Y falta, claro, “La balsa”. Un personaje con pasamontaña, bufanda a tope y cara de malo repite como un loop cada vez que termina una canción “tocá ‘La balsa’, loco”. Litto anuncia a Fito Páez –que grabó en la nueva versión–, cantan un tema en homenaje a Lalo de los Santos –“No te caigas, campeón”– y después sí: la que saben todos. El malo del pasamontaña y los que están detrás. Los periodistas y los asistentes de sonido. El de seguridad y el que vende panchos. El de las luces y el diariero.

Y la cantan, a dúo, Fito y Litto. Un hito, 40 años después y sin fecha de vencimiento. ¿Quién no querría armar una e irse a naufragar, para escapar un rato de este mundo que, parece, jamás cambiará?

viernes, junio 22, 2007

Hernaldo Zúñiga: “No canto con estridencia”

Hernaldo Zúñiga: “No canto con estridencia”

Sin lugar a dudas es uno de los cantautores hispanos más importantes, y a pesar de que pasan las décadas, así como los estilos musicales, Hernaldo Zúñiga sigue siendo el rey de la música romántica, por lo que tampoco cree que exista una competencia como tal dentro de los géneros musicales.

A pesar de que han pasado los años y los gustos del público cambian constantemente, el cantautor nicaragüense no cree que algún día pueda cambiar de estilo, muy por el contrario, defiende su propuesta musical.

Han pasado los años y hay temas inolvidables, como “Procuro olvidarte”, ¿qué significa este éxito para Hernaldo Zúñiga?

“Es una canción que me dio proyección internacional, fue número uno en todos los territorios de habla hispana y actualmente tiene muchas versiones. En la época que la canté tenía 18 años y tuve que aprender a administrar ese éxito... fue el verdadero arranque de mi carrera, fue parte de una experiencia personal dolorosa, una ruptura personal y Manuel Alejandro la compuso para mí porque yo me sentía imposibilitado para escribirla”.

¿Siempre deja aflorar su lado romántico?

“Yo no canto con estridencia, así que pretendo revolver a la gente por dentro, cada canción es para arrullar el lado sentimental del público”.

¿En qué género prefiere cantar?

“En el mío, que en algunos territorios llaman ‘canción de autor’”.

¿Es una competencia poco justa para la balada estar compitiendo con los géneros modernos como el hip-hop o el reggaetón?

“No creo que la música se establezca como una pelea de boxeo. Hay periodos en que las nuevas tendencias, o viejas, ocupan buena parte del espacio mediático, y tal vez con ello se tiende a manejar el concepto de ‘desplazamiento’”.

¿Entonces podemos decir que los géneros no pasan de moda?

“Lo que he aprendido después de más de 20 años de carrera artística es que hay espacio para todos los géneros, y que la primicia de uno u otro es siempre temporal, de ahí que ahora mismo, por ejemplo, la música de los sesenta y setenta cuenta con gran fuerza entre los adolescentes, conviviendo con la presencia del hip-hop”.

miércoles, junio 20, 2007

A Dylan le han dado un premio

A Dylan le han dado un premio

Knock knocking on heaven’s door,
los tiempos están cambiando,
no sé si para mejor.

Contigo premian a todos
los que redimen cantando
el carpe diem a su modo.

Príncipe de Asturias, Dylan
con botas de Minnesota,
con tigres en la mochila.

Al seis lo caga la sota,
a la vejez Peter Pan,
al que naufraga el que flota.

¿Qué se fizo el gran truhán?
remando contracorriente,
tomando donde las dan.

¡Qué príncipe tan prudente!
pero lo premia, en Oviedo,
el corazón de la gente.

Robert Zimmerman, qué miedo,
si te cuelgan la medalla
yo me voy, pero me quedo.

Like a rolling stone, canalla,
pásate un pelo de listo
sin pasarte de la raya.

Te han llamado Jesucristo
pero ejerces de cristiano
bicorne como Mefisto.

Catulo del buen pagano,
con una flor en el culo
y un disimulo en la mano.

El origen de los cinco magníficos

The Traveling Wilburys Collection incluye los discos originales y temas adicionales.

Por Lourdes Gómez
desde Londres *

¿Magia? ¿Conspiración? ¿Amistad? ¿O, tal vez, la luna llena, como pensaba George Harrison? No se puede descartar ningún factor en la génesis de Traveling Wilburys, el supergrupo creado en torno del ex Beatle en la primavera de 1988. La casualidad también contribuyó a reunirlo, bajo el mismo techo californiano, con Roy Orbison, Bob Dylan, Tom Petty y Jeff Lynne. Y el destino intervino con fatal venganza contra los cinco músicos y cantantes de talentos tan distintivos: el gran Orbison moriría de un ataque cardíaco antes de terminar el año, con el primer disco de la banda aún caliente. Sus amigos le dedicarían la segunda y definitiva entrega, curiosamente titulada Volumen 3. Y ahora, las imágenes de la histórica grabación de Volumen 1 se develan por primera vez en The Traveling Wilburys Collection.

La colección aparecida la semana pasada incluye los dos discos originales y temas adicionales. Pero, además, Olivia Arias rescató el video casero que su marido, George Harrison, grabó de los encuentros de los Wilburys. Y esas imágenes inéditas cuentan la mágica historia de la reunión de los cinco grandes talentos que parieron, en menos de dos semanas, un disco con temas inmortales como “Handle with Care”, “Dirty World” o “Not Alone Anymore”. “Todo por la música, sin ningún plan ni decisiones concretas”, dice Orbison con su voz profunda y dramática. “Sólo quise preservar la amistad, que no se abusara de la relación”, agrega Harrison.

Todo comenzó, precisamente, de la mano de Harrison: el guitarrista de The Beatles necesitaba un “lado B” para acompañar un single europeo del disco Cloud Nine y, mientras estaba en Los Angeles, contactó a su coproductor Jeff Lynne para que lo ayudara con la canción. Con Jeff estaba trabajando Roy Orbison, que rápidamente se prestó a dar una mano; y la casualidad quiso que George estuviera en lo de Tom Petty, que no lo pensó dos veces antes de subirse al barco. El azar, otra vez, los llevó a casa de Dylan, quien tenía un pequeño estudio de grabación que puso a disposición de Harrison. “Contestó el teléfono a la primera vez. Otras veces tarda un año”, bromea en el video el instigador de la movida. “Estábamos todos allí y pensé que no iba a cantar yo solo. Tenía a Roy Orbison, y decidí escribir algo para que cantase. A medida que todo progresó, empecé a grabar las voces y pensé que quizá podría hacer algo para que Tom y Bob cantaran el estribillo.” El resultado de esa primera sesión fue nada menos que “Handle with Care”, que llevó a Harrison a pensar: “¿Qué puedo hacer con esto? Lo único que puedo hacer es agregar otras nueve canciones. Hacer un disco”.

Así, el quinteto cambió de escena y se instaló en la villa de Dave Stewart, guitarrista de Eurythmics. “En pandilla, sólo hombres, sin mujeres, ni niños. Necesitaban su espacio libre”, recordó Olivia al presentar el documental en Londres. Las canciones del disco brotan sin esfuerzo aparente, con pocos cambios en las letras y aún menos tomas. En corrillo frente a un micrófono, sentados en círculo con sus respectivas guitarras. “Hoy día no podría repetirse una experiencia semejante. Todo surgió espontáneamente, al margen de las discográficas. Un supergrupo como los Traveling Wilburys no podría formarse en el ambiente actual”, reconoció Barbara Orbison, viuda del exquisito cantante. Registrado en sólo once días, el primer disco se publicó en octubre de 1988 bajo seudónimos, con una historia falsa sobre los cinco hermanastros Wilbury. Llegaría al doble platino.

Orbison falleció apenas concluido el disco. El videoclip de “End of the Line” honra su ausencia con dos simples recuerdos: una silla sobre la que posa su guitarra y un retrato sobre la repisa. Desde allí, el cantante de voz inimitable sonríe y parece escuchar a sus compañeros. “Me negué a ver estas imágenes durante mucho tiempo. No quería dejarme llevar por la emoción”, admite Barbara. Desde entonces, Olivia también perdió a su marido. “El sentimiento es agridulce, pero me hace sentir bien. Sé que George estaba encantado con este proyecto. Surgió porque eran amigos y todavía lo seguimos siendo.” Los Wilburys regresaron al estudio sin Orbison. A él le dedicaron Volumen 3, de 1990, un trabajo que, sin embargo, no alcanza el brillo de su predecesor. Había cambiado el ambiente, el escenario, el humor de la superbanda. Faltaba la gran voz de “Pretty Woman”. Probablemente falló también la luna llena.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

viernes, junio 15, 2007

El humor, palmadita que dan los padres mentales: Leo Maslíah

Dos mujeres, su maestra de primaria y su abuela, son, en parte, culpables de que los capitalinos puedan gozar las hilarantes historias y las composiciones musicales del uruguayo Leo Maslíah, este sábado, en el Festival Internacional de Cabaret, que se lleva a cabo en el teatro bar El Vicio durante todo junio (www.lasreinaschulas.com).

"No sé si lo que hago es contar historias o enfrentarme públicamente a las dificultades que esa labor tiene y que muchas veces son ocultadas por los autores. Pero esta actividad la vengo desarrollando desde que una maestra, en mi quinto año escolar mostró disconformidad con lo que yo escribía, pese a cumplir esto con los requisitos por ella explicitados", escribió Maslíah, en entrevista con este diario.

Sí, escribió. Es que las entrevistas concedidas por el pianista a los medios escritos consistieron en que el reportero escribiera las preguntas y él las contestara de la misma manera, con una letra manuscrita que los post-pc ya no saben hacer: "No se trata de una preferencia por contestar por escrito, sino de una preferencia por que lo que salga por escrito en un diario como dicho por mí, sea algo directamente por mí expresado".

Y su abuela algo de culpa también tiene de que esté aquí: "Durante mis primeros años mi abuela me contaba muchas historias, algunas eran cuentos y otros eran versiones orales de películas que ella había visto; era muy vívida en sus relatos y fue la fuente de mi aparato narrativo, creo. Era todo oral y no partía de textos escritos porque, desgraciadamente, estaba perdiendo poco a poco la vista y no podía leer".

Sin embargo, maestros como tales, no reconoce: "Así como un conejo no sabe cuál es la estructura anatómica y fisiológica que le permite saltar, y si lo único que tuvo frente a sí fue un canguro y puede creer que el canguro le enseñó a saltar, siendo que habría saltado de igual forma aunque no hubiera visto nunca al canguro, los creadores tienden a pensar que siguen los pasos de aquellos cuyas obras fueron especialmente significativas para ellos o marcaron más su sensibilidad como oyentes o espectadores. Pero la gente puede ser muy influida por lo que no le gusta y prefiere olvidar. Muchos autores de canciones guerrilleras pueden haber sido más influidos por jingles comerciales de champú que hayan oído en su niñez y luego haber olvidado o creído olvidar, que por los autores de canciones a quien gustan atribuir su papel de modelos o precursores".

El humor, arma de resistencia

Maslíah es reconocido no sólo como un gran contador de cuentos, sino como un destacado pianista. Su pasión por la música, escribió, la "tengo desde la niñez, vivía con un tío que estudiaba piano y desde que tengo memoria tuve la necesidad de hacer cosas con las teclas del piano y con otros sonidos que pueden ser evocados a través de ellas".

Respecto de si, para él, el humor es un arma de resistencia, Maslíah expresó: "Para mí sí; en general todo lo que hago con la palabra es una reacción a la agresión y la mentira del mundo. Lo que hago en música es más lo que soy por dentro y tiene menos humor".

Hay más mujeres culpables de que esté en México. Cuando Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe eran las jefas del teatro bar El Hábito lo invitaron en dos ocasiones. Ahora, Las Reinas Chulas, quienes heredaron El Hábito, ahora El Vicio, y son las organizadoras del festival, lo traen por tercera ocasión.

Esta vez se presenta en un festival de cabaret. El mismo no llamaría cabaret a lo que hace, "pero tampoco lo llamaría de ninguna otra forma, así que puede ser presa fácil de distintos caprichos denominativos", escribió.

De hecho, en este festival, Las Reinas Chulas buscaban abrir el abanico para incluir no sólo las propuestas más formales de cabaret, sino también otras maneras de expresar, por medio de la música, el canto, el baile o el teatro, lo que se trae por dentro y lo que se opina del mundo.

Y, respecto al mundo, Leo Maslíah opinó: "Es cierto que vivimos en un mundo muy oscuro pero creo que es muy acertado lo que señala Chomsky en cuanto a que no es más oscuro ahora que antes, y que la oscuridad es más potentemente percibida porque la gente ha avanzado mucho en sus posibilidades de percepción y de información; que ahora hasta hay menos atrocidades que antes, pero las que hay son más visibles. Los soldados romanos o españoles que masacraban gente en otras épocas no andaban con celulares que fotografiaran o filmaran lo que estaban haciendo, ni podían extraer beneficios económicos de la venta de registros de ese tipo".

En particular sobre la aparente izquierdización de América Latina, opinó: "Creo que hay un giro hacia la izquierda en cuanto a la mayor participación de grandes masas de gente en la elección de su destino, pero hay un giro hacia la derecha en la determinación de esos destinos, que están articulados de manera cada vez más sospechosamente emparentada con los intereses de los grandes monopolios mundiales productores de objetos y de diversión".

Sobre el humor, ingrediente básico de lo que hace Maslíah, escribió: "Tiendo a adoptar la hipótesis de Freud según quien el humor, a diferencia del chiste, que es de origen inconsciente, es una expresión del superyo, es decir, es una especie de palmadita que le dan a uno los padres mentales que lleva incorporados, que le están diciendo algo así como que no todo es tan controlable ni tan tremendo como parece".

Respecto de si el humor varía dependiendo del país en el cual se presenta, explicó: "No noto mucho cambio pero creo que es porque la gente que se acerca a escucharme no es una representante demasiado típica de cada país, sino que es gente que quizá comparte mi tipo de desacomodo frente a la sociedad y a la cultura".

Maslíah estará el sábado 16, a las 22:30 horas, en El Vicio, Madrid 13, Coyoacán.

Dé la cara, Sr. Calderón


Si es usted —aunque la chaqueta le quedó grande— quien se vistió de verde olivo, quien se puso a jugar, ante los medios, el rol de comandante supremo. Si es usted quien, con sus arengas patrióticas, con sus llamados a luchar hasta la muerte, alebrestó a esa tropa que ha desplegado en amplias zonas del territorio nacional y en situación de desventaja táctica lo que acrecienta el nerviosismo y pone aun más tenso el dedo en el gatillo. Si es usted quien “declaró la guerra” y dispuso que fuerzas del Ejército federal realizaran, sin preparación adecuada ni capacidad para entrar en contacto con la población civil, tareas policiacas. Si es usted señor el que extendió, en la práctica y por la forma de ordenar su despliegue, patente de corso a jefes, oficiales y soldados. Si es usted quien sin plan preciso y más urgido por sus afanes de legitimación que por criterios técnicos lanzó al Ejército a las calles y colocó así a la población civil entre dos fuegos, entonces es usted Sr. Calderón y nadie más, quien debe dar la cara y asumir la responsabilidad ante el asesinato de esa familia en Sinaloa y ante la posibilidad inminente de que más hechos como éste se produzcan.

Habrá, estoy seguro, más víctimas inocentes porque la tropa sigue en el terreno y está nerviosa y está alebrestada; habrá más civiles muertos porque se ha roto ya el principio de proporcionalidad en el combate y se ha liberado el poder de fuego, porque además y más allá de lo que digan las encuestas sobre el prestigo de la fuerza armada, hace años que se sabe de vínculos entre el crimen organizado y jefes militares en distintas zonas del país y en esta confusión tiende a perderse la noción del bien y del mal; de las motivaciones y la distancia real entre el perseguidor y el perseguido. Así es la guerra Sr. Calderón, así es la guerra esta que usted decidió librar.

Sacó al Ejercito, a este Ejército, de sus cuarteles. Aténganse a las consecuencias y responda ante la nación por ellas. Aunque son la tropa y los suboficiales quienes resultan siempre carne de cañón, en el terreno político, cuando juzga la historia, los jefes terminan cargando con las culpas de sus soldados y más cuando esas culpas obedecen a errores de diseño estratégico de las operaciones o de doctrina militar. Los crímenes de los ejércitos no lo son tanto y en función de la obediencia debida de los subordinados sino de los superiores. No se trató pues, Sr. Calderón, en el caso de las muertes de esa familia en Sinaloa, sólo de un “trágico accidente”, al que por cierto mandó al olvido con una ligereza brutal, o de un acto aislado de un grupo de soldados intoxicados; es un asesinato, un asesinato cometido por miembros de las fuerzas armadas bajo su mando, de un homicidio producto de una decisión político-estratégica equivocada. De una decisión que va más allá de las simples órdenes o de la ausencia de las mismas del capitán a cargo de la agrupación que disparó contra esos civiles desarmados. De una decisión tomada por usted Sr. Calderón.

No pongo en duda la necesidad de actuar y con energía contra el crimen organizado. Tampoco la carencia brutal de instrumentos para enfrentarlo; ninguna policía ni estatal ni federal tiene la preparación y sobre todo la solvencia moral para hacerlo. Vicente Fox, su padrino, el hacedor de su victoria, su antecesor en Los Pinos, entregó el país a los narcotraficantes. No se trataba pues de cerrar sólo el paso a las bandas criminales; había incluso que recuperar porciones enteras del territorio nacional que tenían ya bajo su poder político y militar. Actuar de inmediato, tras esta traición a la patria perpetrada por el mismo Presidente de la República en funciones, era cuestión de sobrevivencia elemental para el Estado mexicano cuya soberanía ha sido quebrantada por un puñado de capos.

Desgraciadamente usted se equivocó. Puso al Ejército en la calle más impulsado por sus expertos en imagen que por sus expertos en seguridad pública y al hacerlo ha sumido al país en una espiral incontenible de violencia. Esos muertos en Sinaloa son el síntoma de una enfermedad que corroe a los ejércitos cuando asumen tareas de policía; ni saben distinguir con precisión el objetivo; ni discriminan su poder de fuego. Menos cuando no hay claridad en el mando y la histeria de la clase política urgida de resultados norma las acciones. No es culpa de la tropa Sr. Calderón; irán a la cárcel esos 19 pero la culpa es de sus jefes; de su comandante supremo. Dé la cara pues; déle la cara a los sobrevivientes de esa familia masacrada.

miércoles, junio 13, 2007

SCI Marcos. "De la política, sus finales y sus principios"

Jun 12, 2007
“De la política, sus finales y sus principios”
Pronto audio y fotos
DE LA POLÍTICA, SUS FINALES Y SUS PRINCIPIOS.
Junio del 2007.
Morelia, Michoacán.
Los finales de la Política.
Quisiera iniciar lo que es propiamente nuestra participación en esta mesa redonda que, cuando menos en mi percepción, no sé en la de ustedes, rectangular, haciendo un poco de memoria.
Cuando, en los primeros días de enero de 1994, la subsecretaría de gobernación de Carlos Salinas de Gortari, la hoy prócer de la democracia perredista y de la CND lopezobradorista, Socorro Díaz, acuñó el término de “transgresores de la ley” para referirse a los combatientes del EZLN, no hizo sino honrar el despropósito que ilumina el horizontes de los zapatistas.
Sí, la trasgresión de la ley, primordialmente de la ley de gravedad, ha sido y es una de nuestras aspiraciones. Claro que, en el camino, nos hemos propuesto transgredir otras leyes, a veces con fortuna y otras veces nos estamos tardando todavía, pero falta lo que falta.
Pero en lo que se refiere a la trasgresión de las leyes, explícitas e implícitas, de la política mexicana, también es obra de esta etapa del capitalismo que se conoce como “globalización neoliberal”.
Quisiera extenderme un poco en esto, porque hablar de Ética en Política sería hablar de principios en la Política, y para transgredir ahora la lógica temporal, empezaré no por los principios, sino por los finales de la Política.
Así que aquí presento algunas tesis:
1.- En el capitalismo, la Política de arriba es fundamentalmente una lucha por ejercer la hegemonía en una sociedad, es decir, mandar. Y, con ese Poder, homogenizar esa sociedad, es decir, hacerla, igualarla, modelarla según el criterio del que manda, es decir, de quien es la fuerza hegemónica.
2.- En la política capitalista pre moderna, es decir, hasta antes de la etapa neoliberal, el Estado era como la “madre” del individuo y el “padre” era el Político. En el seno “materno” y con la vigilancia “paterna”, el individuo “nacía” socialmente y aprendía a relacionarse con esa sociedad… y a que se atenía si no lo hacía adecuadamente. Es decir, el individuo aprendía quién manda y como debía comportarse, y las consecuencias de ser desobediente y mal portado.
3.- Si en el capitalismo pre-neoliberal, nacías y luego subías o bajabas para ser víctima o verdugo, en la globalización neoliberal se pone un letrero arriba que dice “NO HAY VACANTES”. El Poder ha llegado a la etapa en que reproduce a los explotadores en el mismo DNA de la mega empresa. Se acabó lo de “estudia, trabaja, pórtate bien, traiciona personas y convicciones, y llegarás a rico”. O naces Slim, o naces explotado, despojado, despreciado y reprimido por Slim.
4.- Para el capitalismo, todas las personas son no-natas, es decir, no nacen, hasta que se incorporan a la lógica que es la hegemónica en esa sociedad: la lógica del mercado. No sé si todavía, pero antes, cuando yo era joven y esbelto, las señoritas “debutaban” en sociedad en los bailes de quinceañera. Con esta fiesta, la mujer se presentaba en el mercado de carne como apta para ser usada, no sólo en el sentido sexual, también para la procreación, el trabajo doméstico y la promoción de mercancías. Claro que, ahora, por acción de algunos gobernadores preciosos, curas, obispos, cardenales y empresarios, las niñas y niños no tienen que esperar a llegar a los 15 años para que sus cuerpos sean usados e intercambiados. En sentido más amplio, en el capitalismo, el “debut” de los individuos e individuas, su baile de quinceaños, es cuando acceden al mercado. Sea como vendedores de su fuerza de trabajo, sea como consumidores de mercancías. La culminación de esta iniciación es el debut en el mercado electoral: el individuo vuelve a “bailar” con su credencial de elector… aunque le toquen puros chambelanes feos y chafas (como Lázaro Cárdenas Batel).
5.- Esto quiere decir, entre otras cosas, que quienes no acceden al mercado o se resisten a hacerlo, o sea que no “debutan” en sociedad, son no-natos, no existen, sobran en la sociedad capitalista. Esto vale entonces para los indígenas, las mujeres rebeldes, los jóvenes y las jóvenas mal portados y mal portadas, y tod@s aquell@s que se resisten a esa lógica de mercado y buscan formas alternativas y autogestionarias, por ejemplo, en la comunicación, en el arte, en la cultura, en la economía.
6.- El trabajo del Político de Arriba era, pues, mantener funcionando la incubadora en la que era introducido el individuo desde que nacía. Una incubadora que es como las lavadoras ésas automáticas, que las programas y empiezan a lavar, enjuagar y secar en forma secuenciada. Para eso están la familia, la escuela, el trabajo, los medios de comunicación, los procesos electorales, la administración de justicia, la represión policíaca y militar, el gobierno. El sueño de cualquier firma fabricante de aparatos domésticos: una máquina que lava, enjuaga, seca, plancha, dobla y acomoda en el estantero social, en forma simultánea, en todas partes, todo el tiempo, desde antes de nacer y hasta después de muerto (es decir, desde los cursos y clínicas de parto profiláctico hasta las funerarias con indulgencias papales incluidas).
7.- En el mundo globalizado el Estado y los Políticos no pueden ya cumplir esta función. El individuo ya no tiene por qué referirse a una patria, una cultura, una raza o una lengua, el vientre materno es ahora esa megaesfera que algunos llaman todavía “planeta tierra”. El “ciudadano” ya no es producto de la labor de la política en el Estado Nación, ahora la “incubadora-lavadora-planchadora” es la megápolis, el mundo globalizado. Si antes los parámetros de “socialización”, es decir, de “domesticación”, o “ciudadanización” del individuo eran los de una Nación, ahora lo son los de la globalización neoliberal.
8.- Si el sistema capitalista se responde a sí mismo que su forma de coexistir con los otros en una sociedad es dominándolos, entonces, ante la existencia de lo que no entra en la lógica del mercado se pregunta: ¿cómo coexisto con los neo no-natos que la globalización ha hecho proliferar? La respuesta es con la caridad… y la eliminación.
9.- Esto era trabajo de los Políticos tradicionales. Es decir, mostrar el caos y el desorden que significa la presencia de quienes no tienen un papel en la sociedad, decir “mirad el desmadre”, mostrarse como referente sólido de orden y racionalidad, y proceder a eliminar lo otro, lo raro, lo inútil, lo extraño, lo estorboso, lo incómodo. Y así muestran al indígena, al diferente en su preferencia sexual, al joven insumiso, a la mujer rebelde.
10.- La política tradicional, es decir, como la conocíamos antaño, ya no sirve para mantener funcionando la sociedad, para la reproducción de los hombres y mujeres sociales (entendiendo “reproducción” en su sentido más amplio, es decir, las condiciones económicas, políticas, culturales y sociales para su reproducción social), sino el administrador-contenedor de los desórdenes de esa reproducción. El megapoder, ese ente del que poco se sabe, lo que nosotros los zapatistas llamamos “La Sociedad del Poder”, ahora impone una reproducción más importante: la el dinero. Y es ésta la que provoca el caos y los desórdenes en la reproducción de las personas.
11.- Esto es evidente cuando vemos que los políticos tradicionales han sido desplazados por una generación de yuppies de la política (Lázaro Cárdenas Batel en Michoacán es un ejemplo), sin ningún oficio político y ninguna capacidad de gobierno; pero se hace más claro cuando vemos que el protocolo tradicional de la política, esa compleja mezcla de señales y actitudes, lo que se dio en llamar “las leyes no escritas del sistema político mexicano”, no existe más.
12.- Estamos presenciando, y padeciendo, los últimos estertores de los últimos restos de la clase política mexicana. Tal vez desde antes, eso no nos interesa ahora, pero desde hace varias décadas, el viejo axioma del viejo Bismark de que “la política es el arte de lo posible” se ha ido transformando en algo más cercano a la realidad que padecemos actualmente: “la política es el arte de la simulación”. Las consecuencias de esta redefinición de la política no sólo tienen qué ver con el papel fundamental que asumen actualmente los medios masivos de comunicación en la política moderna. También con redefiniciones y reajustes que se han dado en la clase política mexicana, en su quehacer y en sus “usos y costumbres”.
13.- En términos estrictos, la política en México se ha convertido en el arte de la imagen pública, es decir, del planchado permanente, la alta costura, el salón de estética, los cursos de superación personal, y la asistencia asidua y puntual a la cita con el asesor de imagen y la casa de encuestas. La vileza, la ruindad, el cinismo, la hipocresía y la estupidez son las nuevas virtudes políticas. Las repúblicas languidecen bajo el peso de la monarquía de los medios, y la clase política disputa a locutores y comediantes el papel de bufones de la Corte.
14.- Pero la clase política mexicana no asiste sola a su propio entierro. De la mano lleva a algunos intelectuales progresistas en sus diversas facetas, sea como escritores, académicos, investigadores, artistas, analistas, profesores.
En esta etapa neoliberal, algunos intelectuales se convirtieron en las máquinas tragamonedas (una slot machine, dirían los gringos) del Poder: echas una moneda y sale una justificación. Si sale bingo, hasta puede que esa argumentación tenga una mínima coherencia.
La ilusión de que una izquierda que no lo es llegue al Poder y lo ejerza (Michoacán es un ejemplo actual), ha sumido a buena parte de la intelectualidad progresista en el sopor del opio acrítico. Con una profunda (y petulante) conciencia de su propia trascendencia histórica, el intelectual progresista valora ahora el avance democrático según su estabilidad económica y emocional: necesita ver un palacio de gobierno, un palacio del saber (una universidad), un centro comercial (es decir, un Palacio de Hierro), un palacio del transporte (un segundo piso), y un buen restaurante para sentarse a la mesa del Príncipe Idiota que es el político mexicano; para decir que hay estabilidad y paz en México. Claro, entendiendo”México” como lo que aparece en los medios de comunicación electrónicos, en la prensa y en las charlas de café sin cafeína.
Pero la ambición neoliberal provoca desastres y al Poder, al Político y al Intelectual le marean las desestabilizaciones. El frenesí moderno que lo aterra no es el de las velocidades de sus autos en los segundos pisos, sino el de las luchas sociales.
Los intelectuales se revuelven sobre un pasado muy lejano para reclamar respeto, consideración, lástima. La nostalgia se convierte en la coartada de quienes estuvieron en todo (aunque nunca dicen haciendo qué), y el quehacer intelectual semeja a las tardes bucólicas, donde la tristeza era bella porque era propia, como es propia la masturbación y el ir al baño.
Los intelectuales de la nueva farsa de clase política sostienen la tesis de la disuasión mutua entre las clases en pugna. Los de arriba hacen como que temen, los de abajo deben hacer como que creen que los de arriba les temen. Todos debemos hacer como que ya hay democracia, justicia y libertad. Y hacer como que hay gobierno.
Si antes para ser intelectual progresista había que ver decenas de veces el Acorazado Potemkin, hasta poder predecir una escena. Ahora hay que leer las obras completas de Felipe González y Fernando Savater, creer que Aguilar Camín es un escritor, que los gobiernos perredistas son progresistas, que Lázaro Cárdenas Batel es gobernador de Michoacán, que Julio Moguel tiene algo sustancial en el cerebro, y que Leonel Godoy es honesto.
Como allá arriba, las relaciones entre los hombres de éxito son de camaradería y, al ver hacia abajo, surgen la misericordia, la caridad, el amor benefactor, algo para ayudar en el destino de los perdedores, los intelectuales del Poder no son más que estilizados locutores del Teletón permanente de la historia actual de la política de arriba en México.
Éstos son, pues, los finales de la política en México, de la política tradicional, de la política de arriba llamada “Democracia Representativa”.
Donde debiera haber un compromiso y una convicción, hay una imagen maquillada por estrategias publicitarias.
Donde debiera haber programas de acción, hay negocios.
Donde debiera haber crítica, hay complacencia y pereza mental.
Donde debiera haber ética, hay desvergüenza.
Donde debiera haber principios, hay finales.


Los Principios de la (otra) Política.
La Ética, se nos ha dicho, tiene qué ver con principios universales, tales como la libertad, la justicia, la vida. Hay más, pero tan sólo estos tres que enuncié tienen que ver con la aparición del otro. Es decir, con una relación social humana. Parece claro también que estos principios universales han sido desterrados de la práctica política de arriba.
Dice Don Durito de La Lacandona, un escarabajo que optó por el noble oficio de la andante caballería, que los principios son las armas con las que se puede resistir y vencer a quienes han hecho de la maldad su modo de vida.
Ha dicho muchas cosas más este escarabajo irreverente, es cierto, pero ahora quisiera detenerme en esta afirmación y decir lo siguiente:
1.- La Globalización Neoliberal produce también un fenómeno de resistencia que, cada vez más y de forma más radical, incorpora a amplios sectores de la población.
2.- Esta resistencia no es sólo en los sectores tradicionalmente explotados. Ahora parecen nuevos “actores” diciendo “no” y con más radicalismo que antes.
Aparecen, por ejemplo, grupos desconcertantes: por un lado, indígenas que hablan lenguas incomprensibles (es decir, inservibles para intercambiar mercancías); por el otro lado, jóvenes desempleados movilizándose en contra del gobierno y exigiendo respeto a su modo; o más allá, homosexuales, lesbianas y transexuales demandando reconocimiento a su diferencia; y, más acá, mujeres que se niegan a repetir los patrones de sumisión, consumo y reproducción.
3.- Estos fenómenos de resistencia tienden a buscar comunicación con fenómenos parecidos en otras partes de su realidad inmediata. Iniciativas como La Otra Campaña son lugares de encuentro para quienes que no intercambian mercancías y capitales, sino algo muy peligroso: experiencias, apoyos mutuos, HISTORIAS.
4.- La lucha contra la Globalización Neoliberal no es exclusiva de un pensamiento o de una bandera política o de un territorio geográfico, es una cuestión de supervivencia de la raza humana. O la humanidad o el neoliberalismo. Así como en determinados momentos de la historia de la humanidad, multitud de fuerzas resistieron y lucharon contra el mal, ahora son muchas las fuerzas que resisten y luchan contra el neoliberalismo.
Hablo de lo que hemos visto y escuchado no sólo en nuestro moreno corazón, también en nuestro periplo por los rincones del México de Abajo.
Y tenemos la certeza de que no perdimos nosotros, los que abajo somos lo que somos; y de que no ganaron ellos, los que son encima nuestro. La historia de abajo, no la de héroes, líderes y políticos saltimbanquis, la que hacemos hombres y mujeres, tiene aún mucho que andar y mucho falta por rodar a la vieja rueda de la rebelión.
No sólo hay dolores y penas en nuestro horizonte. Hay también colores por descubrir y mundos por hacer.
Y hay que nombrar al otro, a la otra, para que se tiendan los puentes que abajo son túneles y pasadizos en el tiempo de otro calendario y en el mapa de otra geografía.
Busquemos en cualquier rincón del planeta y encontrémonos, de igual a igual, sin arriba ni abajo, sin mando ni obediencia, con las mujeres desafiando al destino de decoración utilitaria; con los jóvenes resistiendo el conformismo y la resignación; con los otros amores que reclaman contra la anormalidad con la que se les cataloga y clasifica; con los obreros y campesinos resistiendo a las 4 ruedas de dientes afilados del capitalismo, y con los indígenas que guardianes son de la tierra, la madre, la vida.
Busquemos el espejo abajo, no para lamentar el dolor que sabemos extendido y hondo, sino para romperlo y para ir al mañana que necesitamos y merecemos. No nos traicionemos fingiendo sapiencia donde hay cinismo y desgano.
Eliminemos de nuestro vocabulario las palabras “rendición” y “resignación”. Y levantemos el “nosotros” que ahora está fragmentado, pero que será mañana de la única forma que puede ser, es decir, en colectivo, abajo y a la iquierda.
Lograremos entonces que la manzana de Newton se sume a nuestra rebeldía y no siga su viaje, hasta entonces irresistible, hacia el suelo. Y quede entonces suspendida en el aire hasta que una niña, un niño, la tome del aire y, con cuidado, le saque las semillas para sembrarlas en ese mundo que existe ya porque nos atrevimos a soñarlo, es decir, a luchar por él.
Muchas gracias.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Junio del 2007.

domingo, junio 03, 2007

Tunick en Amsterdan


Frases

"El Nano, al salir del hospital, cogió la guitarra; yo, no tanto" (Sabina)

"Cuando compongo una canción, si me emociono sé que la cosa marcha" (Serrat)

"En Londres, yo cantaba canciones de Serrat a los turistas en los bares" (Sabina)

"Mal se nos tiene que dar para que de esto no salga un disquito" (Sabina)

Las aventuras de dos pájaros

Esa curiosa y sanísima combinación de utopía y desgarro, de denuncia y escupitajo. Esa ración doble de dandi y rufián, de bon vivant y canalla, de yerno perfecto y oveja negra, de hermano mayor responsable y bala perdida es la que encarnan como nadie Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, estos dos maestros de la vida y la carretera, catedráticos del explosivo, sutil y emocionante arte de mezclar sobre el territorio de una guitarra el verso y el acorde.

Estos días hacen las maletas; guardan reposo en Madrid, donde Serrat acaba de estrenar casa, y paren con ensayos y sesiones de trabajo esmerado Dos pájaros de un tiro, la gira que les llevará durante seis meses por España y América. Desde el 29 de junio, cuando arrancan en Zaragoza, hasta el 20 de diciembre, que cerrarán el quiosco en Montevideo (Uruguay), recalarán en cerca de 60 ciudades, polideportivos, plazas de toros..., en un periplo que apuesta antes por la espectacularidad, con más de diez músicos en la banda, que por el intimismo que tan magistralmente han sabido dominar ellos en otros escenarios más recogidos.

Parecería que ambos ya se han juntado la mar de veces para salir por esos mundos de Dios, pero no ha sido así. Han cantado con otros -con Miguel Ríos, con Víctor y Ana, con Fito Páez-, pero nunca juntos. Otra cosa es que existan pocas casas en España donde en un registro a fondo no aparezca, sin revolver mucho, algún disco de los dos -cualquiera de los que EL PAÍS saca en colección a partir de hoy-, seguramente bien guardado en el escondrijo de las estanterías, que son la física de nuestra memoria sentimental; los lugares donde recogemos el anhelo, los sueños y las derrotas que muchas veces nos han dejado retratados a todos en sus canciones.

No hace falta casi preguntar qué razones les han llevado a juntarse. No lo habían hecho nunca hasta ahora en gira ni en disco. Lo primero, el puro capricho, el gustazo de compartir escenario entre dos que se admiran. Después, quizá, algo que últimamente les ha unido más si cabe: la sensación de gozar de otra oportunidad grande en sus vidas, de haber sido premiados con una suerte de resurrección.

Todo ha surgido después del cáncer que superó Serrat, con una determinación de ciclista encarando la bajada de una cumbre alpina en el Tour, y del "accidente cerebral", dice Sabina, y la posterior depresión que sufrió este último, que le han transformado en muchos sentidos: "Después de estos años misántropos, jamás creí que la vida me iba a brindar un desafío como éste", asegura don Joaquín, sentado en el suelo de su recién ampliada casa y fresquito, tras la empapada a la que le ha sometido Javier Salas para una fotografía cachonda en la ducha de la que le ha rescatado Jimena Coronado, su fiel pareja peruana desde hace años, con una camisa seca.

El palo físico le replegó, y después no pudo evitar "la nube negra". Con esa precisión es como metaforea a la depresión la letra que le hizo para su canción del mismo título el poeta Luis García Montero, uno de sus amigos entre "los poetas líricos", con Ángel González, Caballero Bonald, Benjamín Prado y él, entre otros, a la cabeza, y a los que Sabina agradece siempre haberle sacado del hoyo en sus días más oscuros: "Aquello me vino por tener la sensación de envejecer regular, tirando a mal, y porque la nariz ya sólo me servía para respirar", dice el artista.

Tampoco es difícil deducir quién organiza el cotarro y quién se encomienda a las órdenes, el horario, la hoja de ruta y el ritmo que marca Serrat sin que esto genere el más mínimo resquemor en Sabina, que se conoce, que se autoproclama anárquico, caótico y al que no es difícil oír una y otra vez: "Lo que tú digas, Nano".

Uno es metódico, serio, formal, puntual, cumplidor; otro es? como es. Es Sabina. ¿Y qué pasa? Lo tomas o lo dejas. O se le quiere así, o se le despeña barranco abajo y lo mandas al cuerno. Como tal, como el poeta de las aceras y los bajos fondos que es, se le admira incluso en su proverbial heterodoxia, en su caótica manera de desafiar la edad, el gusto, el tiempo y el espacio. "Joaquín, ya sabes, es así", comentan quienes le conocen a fondo. Uno, Serrat, ha conservado esa voz, que en muchos casos es la de nuestras conciencias; el otro ha ido adaptando, con una sabiduría curtida en bares, callejones y desafiante a la forma física de los viejos rockeros que han hecho un pacto con el diablo, su manera de cantar, su forma de decir, a las posibilidades de una laringe en constante metamorfosis. Pero ha sabido como nadie convertir sus limitaciones en marca, tanto que su voz hoy es más auténtica y gusta como nunca. "Lo importante de su voz es que él, con su instrumento, interpreta y sabe conmover", dice Serrat. Tanto que hasta sus fans le celebran los gatillazos de garganta, como hace un año en Gijón.

Pero si bien cada uno ha conservado la voz como ha podido, a lo que no han renunciado todavía es al grito. A la facultad de llamar a las cosas por su nombre, y a no dejarse engatusar por maniobras del lenguaje y triquiñuelas más que antiguas para recuperar los tiempos y los privilegios enterrados por parte de algunos líderes en plena ascensión, como el recién elegido presidente francés, Nicolas Sarkozy: "Eso que tanto habla él de recompensar el esfuerzo sobre otras cosas no es más que la destrucción de la lucha por la igualdad", avisa Sabina. No es que se crean todavía que la playa está debajo de los adoquines, como proclamaban los líderes del Mayo Francés que Sarkozy se ha propuesto aniquilar; pero de ahí a vender burras, queda un trecho.

Tendrán tiempo para la discusión política, pero también para esos placeres que les quedan. Por lo pronto, uno sabe ya, con su agenda más que pulcra, en qué restaurante se darán los homenajes el 22 de agosto o el 10 de octubre, da lo mismo: "Las comidas, las cenas, todo eso, queda en mis manos", afirma Serrat, con la palabra de un serio hombre de honor. "No se hable más", dice el otro. "Yo me pongo en tus manos", remata con la obediencia del hermano menor.

Las habilidades del catalán para el cuidado y la organización las reconoce también Berri, manager de ambos. De Serrat, desde hace 35 años; de Sabina, desde hace menos y gracias al enchufe de su amigo, porque este socio de los dos no quiere llevar a mucha gente más desde su oficina. En su despacho de la Castellana prepara el despliegue de las 60 personas que trabajarán en la carretera, con cinco tráilers y dos autobuses con camas listos para transportar los equipos, y a los técnicos y músicos, de un sitio a otro. También cierra fechas pendientes todavía en España y América.

Berri cree que los dos son adictos a la carrera nómada y al escenario. "En mi vida se me ha pasado por la cabeza retirarme", apunta Serrat, y más desde que han salido de sus problemas de salud. "Si no, ¿cómo explicas que Joan Manuel, desde el 5 de mayo de 2005, haya hecho 250 fechas, y Sabina, 120 con su Carretera y top manta, ese título que le hizo tan poca gracia a Ramoncín?", se pregunta el manager. "El Nano, desde que salió de la cama del hospital, agarró la guitarra y se puso a cantar", dice Sabina. "Yo, no tanto", aclara.

Entonces dejaron atrás sus cuevas, sus colchones y sus cuitas como con urgencia. Y sobre el escenario les esperaban los escuderos de siempre. Sus músicos de cabecera, caballeros de la más que noble orden de unas melodías que han marcado nanas, conquistas, desamores, amistades, túneles? Quien se ha puesto más galones por acompañar a Serrat ha sido el maestro Ricardo Miralles, que le hace los arreglos y le acompaña con la tecla desde 1969, cuando Tete Montoliú dejó de hacerlo para dedicarse exclusivamente al jazz y le enchufó al carro. Los otros dos han sido la almohada y el asiento de Sabina desde hace 25 años lo menos: son Pancho Varona y Antonio García de Diego, que escriben canciones con él y de vez en cuando organizan en clubes sus llamadas noches sabineras, una especie de karaoke con la banda del artista en directo al que se apunta siempre gente joven a mansalva.

Los capos les han repartido 34 temas, 17 por barba, para que los ensayen y que los fusionen. Para que los vistan con un envoltorio distinto, un sonido diferente; para que busquen una coherencia que dé unidad al espectáculo mientras ellos trabajan en un guión con gags, chistes, sorpresas y filosofía propia. Harán popurrís; Serrat cantará canciones de Sabina, y viceversa. "Serrat hará la canción del pirata, que tendrá gracia porque le convertirá en un poco rockero, y Joaquín hará, por ejemplo, Señora, que está muy lejos de su estilo", dice Varona. "Además, yo cantaré en catalán, y aquí mi amigo, en andaluz", anuncia Sabina.

Los primeros ensayos juntos han dejado muy buenas vibraciones a los músicos. "Ha habido magia", dice García de Diego. La clave está en hermanar el lirismo de Serrat, definen Varona y García de Diego ?a quien cuando le ven, dicen, "le hacemos la ola"?, con otro estilo: "El agrio, ácido y pendejo de Joaquín". Los dos compañeros de fatigas de Sabina afirman que se enfrentan a la gira con devoción, como de rodillas, y con cierto miedo y respeto por ir con quien van. Serrat y Miralles les imponen. Pero el maestro acompañante del autor de Mediterráneo les tranquiliza: "Yo no tengo ningún miedo, ni por nosotros, ni por ellos".

Habrá todo un universo de ritmos, letras, estilos. Del romanticismo a la rumba rumbera, del intimismo al rock and roll, de la copla contemporánea al tango y al bolero, y a los corridos que tanto entusiasman a Sabina desde hace tiempo. Canciones eternas, pañuelos en los que gran parte de una España sensible se ha dejado las lágrimas. Poesía que toca dentro, pero que han ido pergeñando sin fórmulas, sin mecanismos, por talento y por vicio; sin saber qué es mejor inventarse primero, si la letra o la música. "Yo sé si va a funcionar si me emociona mientras la hago. Si la siento, cuando me emociono, entonces sé que la cosa marcha", afirma Serrat. "¿Manual? El manual no existe. Si tuviéramos uno, probablemente a todos nos saldría una mierda", añade.

La importancia, el misterio del secreto es tal que Sabina planea hacer un libro sobre un arte, el de componer canciones, que se ha convertido en la forma musical por excelencia del siglo XX, y que tiene aspecto de seguir pitando como tal, inagotable aún, en el XXI. Aunque, por supuesto, no sería un manual. "Hace tiempo que me gustaría tener una conversación larga entre aquí mi amigo [por Serrat], Silvio Rodríguez, Enrique Morente y yo en la que habláramos de a ver cómo cojones se hace esto", cuenta este trovador de Úbeda, vecino desde hace años de la plaza de Tirso de Molina. "Meter una letra dentro de una música con calzador es complicado, pero hay que tener una idea musical en la cabeza", sigue Serrat. Después, al hilo, Sabina recurre a la experiencia para desembocar en una nebulosa que nos deja donde casi empezamos: "Al principio, las primeras 30 o 40 canciones, para empezar hice la letra. Luego probé a tener la música antes y me salieron unas letras más triviales, lo cual tampoco me disgustó. Pero me quedo con una definición que no sé quién se la inventó y que no es mía, pero que me gustaría que lo fuera. Dice que una canción debe tener una buena música, una buena letra, unos buenos arreglos, una buena interpretación, y después una cosa que no sabemos muy bien de qué se trata, pero que viene a ser lo que más importa de todo. Yo es que creo que hasta de las instrucciones de un medicamento se puede sacar una buena canción".

Por estas épocas ?no saben quién ni de dónde sale la fecha?, alguien ha dicho que se cumplen 50 años de canción de autor. Es algo que no les convence, pero que puede muy bien ser el nexo conceptual que les une, aunque cada uno de los dos venga de su padre y de su madre, y empezando, como dice Sabina, "porque a cada uno nos gusta hacer esas canciones que no escuchamos por la radio".

Sus referentes han sido muy distintos. Empezando porque uno lo es del otro. Serrat creció con coplas de la radio y se confiesa devoto de León y Quiroga, de Juanito Valderrama, de Miguel de Molina, como raíz, y también de Jacques Brel, de Brassens, del tango? Al otro, a Sabina, quizá por sus años pasando la gorra por los bares de Londres ?"donde ya entonces yo cantaba canciones de Serrat a los turistas", confiesa?, le seducía mucho lo anglosajón. Brassens, también. En eso, La Mandrágora y Javier Krahe le pesan todavía. Pero junto al mito francés, "con quien este cabrón tiene una foto en la que también sale Paco Ibáñez", dice en referencia a su compadre, "me tiraban más Dylan, Tom Waits, los Beatles?". Lo cierto es que también se les colaban en la mochila el propio Ibáñez, Raimon y el Dúo Dinámico? Los dos, en fin, eran chupópteros en estado de permanente alerta que después se revelaron como apóstoles de una manera única de plasmar sentimientos y aspiraciones comunes en un país que ha cambiado más en los últimos 30 años que en toda su historia. Y ellos dos, con 63 ya cumplidos Serrat y con los 58 de Sabina, han protagonizado parte de esta pequeña gran historia e intrahistoria contemporánea.

Pero también quieren seguir aportando cosas para el futuro. Porque el público joven se sigue enganchando al catálogo de sueños de sus canciones. Sabina es el clásico intemporal, quien con su filosofía del descaro, su habilidad para el eclecticismo en los estilos y sus letras provocadoras, siempre políticamente incorrectas, es capaz de deslumbrar a todas las generaciones. Serrat, con esa búsqueda de la utopía constante y esa facilidad para la crónica magistral de todos los tiempos en sus canciones, también atrae. Pero lo que más asombra en ambos, lo que no pasará nunca de moda, ni estará sujeto a las tendencias, ni caerá en los caprichos temporales, es ese ojo clínico que tienen los dos para desgranar las verdades de todas las almas; algo que queda patente en esa procesión de personajes inigualables que pululan por todas sus canciones, desde los jóvenes amantes de Paraulas d'amor, y la patética soledad de La tieta, y los sueños frustrados de Curro el Palmo con su más que magistral Romance, en Serrat, hasta el delincuente perdedor de Qué demasiao o las Princesas y las Barbies superstar perdidas de Sabina.

Aunque en esta conexión intergeneracional, Serrat alerta ya a los padres y los abuelos: "Cuando, con muy buena intención, les dicen a los chavales que el que es bueno es el Serrat y no lo que escuchan, ya la hemos cagao". Prefiere que se acerquen de una manera natural, sin prescripciones, sin esa losa que a veces imponen los padres. Al fin y al cabo, en la edad del pavo, tiendes a hacer lo contrario de lo que te digan, casi por decreto.

En este caso, Serrat se encomienda a Sabina para conseguir nuevos fans. "Muchos jóvenes irán a ver a Joaquín, pero yo voy a ser el artista revelación", dice el catalán. "De eso, nada de nada", replica Sabina. "No, si éste es muy vivo y juega un papel humilde, pero en el escenario no me va a regalar un palmo", avisa Serrat, de choteo. El más joven de los dos deja claro quién es el que va con más ganas de hacer méritos: "Juro por mis gatos [lo menos cuatro han pasado durante el encuentro a hacer la visita] que lo que más me importa de esta gira es no defraudar al Nano".

Conservan una curiosidad intacta por el viaje. El movimiento les incita a alimentar sus vicios de hoy, que son mucho más sofisticados que los del pasado. Serrat se ha hecho viticultor y es propietario de una bodega, Mas Perinet, en el Priorat. Se dedica a catar por los restaurantes en los que recala. Sabina colecciona libros antiguos. En su casa, 10.000 títulos decoran las paredes. Es una afición que comparte, y con la que compite a la búsqueda de las ediciones más deseadas, con sus amigos García Montero y el editor Chus Visor, otros dos adictos al olor del papel impreso.

Con los viajes, también han observado el cambio casi vertiginoso de su país. "Hemos trabajado en condiciones infames. Todavía recuerdo cuando teníamos que cagar debajo del escenario", cuenta Sabina. En esas cosas sí que se aprecian las transformaciones. "Ahora, en cualquier ciudad de provincias actúas en un auditorio con tu camerino. Se han dignificado mucho las condiciones, y uno de los que más han luchado para que los músicos y los cantantes hagamos las giras dignamente ha sido Raphael. Hay que reconocerle eso y otras muchas cosas", asegura Serrat.

Es algo que también han compartido y han vivido a fondo sus músicos: "Antes viajábamos en furgonetas, dormíamos tres días en la casa de alguna chica a la que conocíamos por ahí y volvíamos a coger la ruta", recuerda Varona. "Hoy nos cuesta más. La última vez pasamos dos meses por América y fue duro, nos hemos vuelto más familiares", añade con la conformidad de Miralles y de García de Diego. Hay un cambio crucial en la conquista de los derechos de sus músicos en gira. "En mi caso fue cuando conseguí dormir en una habitación propia", cuenta Miralles. "No, en el caso de Miralles ha sido mucho más importante el día que consiguió no cargar con ningún bulto en los aeropuertos", recuerda Serrat. Sabina les reprocha las comodidades: "¡Dormir separados! ¿No compartían habitación Guti y Ronaldo, y eran galácticos?", pregunta Joaquín. "Sí, pero eso era para que no se hicieran pajas", le tranquiliza el Nano.

En esta gira habrá mucho compadreo, prevén. "A Joaquín, que le gusta largarse para Madrid desde donde está cuando termina, me parece que en esta ocasión va a dormir en bastantes hoteles", dice Varona. Todos saldrán ganando. Sabina tiene un pálpito. "Mal se nos tiene que dar para que en todas las ciudades y las habitaciones de hotel donde vamos a compartir tantas cosas no compongamos algo juntos y que de esto salga un disquito". A ver.

Joyas de la música popular española. Por Diego A. Manrique.

El yin y el yang. El agua y el aceite. El santo y el diablo. El apolíneo y el dionisiaco. Muchos connoisseurs dirían que Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina son, olvidando su reconocida afinidad personal, musicalmente incompatibles. Sin embargo, también tienen en común un enojoso problema de percepción: nos hemos acostumbrado tanto a ellos que tendemos a olvidar lo esencial, lo que les hizo grandes en nuestro corazón colectivo. Forman parte del paisaje sentimental del país, y quizá no valoramos que son artistas en activo, que requieren ser escuchados con oídos limpios.Serrat lleva tiempo lamentando ?a su manera, con socarronería? la relativa invisibilidad de sus últimos lanzamientos discográficos. El Nano tuvo una racha tan fértil entre 1965 y 1975 que su obra posterior ha quedado ensombrecida. No vale aquello tan chistoso de ?contra Franco creábamos mejor?: Joan Manuel ha mantenido una producción regular, un disco cada año y medio. Aún más onerosa es su imagen pública, tan extraordinariamente positiva. La paradoja consiste en que Serrat tiene dimensiones de paradigma moral. La voz sensata, la picardía suave, la coherencia ideológica: es el demócrata ejemplar que cae simpático a todo bien nacido. ¿Y dónde queda el músico? Llegado a un punto de popularidad, en España te llaman de las televisiones, pero para que participes en un debate o en un programa deportivo, por la penosa razón de que no hay espacios musicales donde se pueda cantar en directo.Para preparar la reedición de parte de su obra discográfica a través de EL PAÍS ha sido necesario repasar su amplia bibliografía y centenares de entrevistas, reportajes, perfiles, críticas, etcétera. Se constata que casi todos los textos rebosan cariño y admiración. Nos enteramos de que fue un evidente opositor a la dictadura, que atraía a las damas, que ejerce de hincha del Barça, que dirige una bodega, que es venerado en América. Pero quedan enormes huecos en su retrato musical.Un ejemplo fácil: apenas se ha entrevistado al pianista Ricardo Miralles, su mano derecha. Lo mismo con su etapa italiana. En Milán se grabaron muchos de sus primeros discos, pero apenas nadie se había preocupado por investigar en aquellas sesiones decisivas. En los disco-libros que publica EL PAÍS se habla con el músico Gian Piero Reverberi, responsable de dar forma a canciones memorables de Mediterráneo, y también con los demás, de Juan Carlos Calderón a Miralles.Los discos serratianos son comentados por su autor, pero también por sus principales colaboradores, tanto en lo musical como en el envoltorio gráfico. Se analizan canción por canción, se cuentan las circunstancias de cada grabación, se traza el momento personal del artista. Todo ello va respaldado por abundantes fotografías, que ofrecen sus particulares revelaciones: el primer Serrat era estéticamente toda una pop star, un muchacho guapetón que seguía la moda en melenas y ropas. Lo cual no minimiza su obra, sino todo lo contrario: podía haber seguido la vía convencional, explotando sus encantos; sin embargo, retó tanto al régimen como a la industria, apostando por desarrollar una carrera bilingüe y musicando los versos de poetas incómodos.No es pequeña hazaña que los poemas de Antonio Machado, Miguel Hernández o Benedetti se hayan universalizado con su voz. A modo de bumerán, los hallazgos poéticos de Serrat también reverberan en textos de escritores de todo pelaje. También Benedetti citó a Sabina en el inicio de un poemario: ?Más vale que no tengas que elegir / entre el olvido y la memoria?.Con Sabina también se alteran las prioridades: la sombra del personaje escandaloso oculta al artesano de canciones. En realidad, aquí los árboles tapan el bosque. Joaquín es un alud verbal: se explaya regularmente en entrevistas, libros, sonetos; en otros tiempos, hasta ejerció de tertuliano. Creemos saberlo todo respecto a sus amores, sus vicios, sus opiniones, sus orígenes, sus aventuras. Es tan impúdico que su quehacer creativo se hace transparente, como si su arte brotara mágicamente.Su gusto por la frase lapidaria y el gesto tronante ha terminado por laminar lo esencial: su devoción por la canción. Aunque también esculpe músicas con la guitarra, Joaquín dedica la mayor porción de sus energías a las letras. Cada texto suyo es pulido cien veces, ante la desesperación de sus asociados. Como reconoce él: ?Yo no termino los discos, me los quitan de las manos?. Para la música, ha sabido convocar a un batallón de talentos: desde los leales escuderos Pancho Varona y Antonio García de Diego hasta cantautores como Pablo Milanés, Hilario Camacho, Pedro Guerra, Aute, Carlos Varela, Caco Senante o Javier Batanero, sin olvidar rockeros del calibre de Ariel Rot, Manu Chao, Álvaro Urquijo o Fito Páez.Frente a su imagen de supremo vividor, la constatación de que Sabina ha mantenido con mínimas interrupciones el más asombroso taller de canciones de la música popular en español de las últimas décadas. Una fábrica donde se experimenta constantemente: hay letras que se han engarzado sobre dos o más músicas; la misma música puede acoger letras muy diferentes. Llegado el momento de elegir la que se va a editar, no se aceptan las motivaciones espurias: se sabe que muchos artistas nacionales matan por firmar como autores, con el ojo puesto en las liquidaciones de la SGAE, aunque su aportación haya consistido en cambiar un adjetivo. Sabina es generoso a la hora de repartir esa tarta. Pero le honra aún más su perfeccionismo y la pasión por materializar la mejor canción posible. Una obsesión que enriquece nuestras vidas.

Dos cabalgan juntos. Por Juan Cruz

Cuando entras en la casa de Joaquín Sabina, un día cualquiera de la primavera, encuentras ahora una atmósfera que parece hecha para que llegue un amigo a quedarse. El día en que fuimos allí con Jesús Ruiz Mantilla, cuando éste iba a entrevistar a Sabina y a Serrat, esa casa que está hecha para acoger no parecía la misma que vimos otras veces, cuando el cantante de Úbeda se recuperaba de un ictus cerebral que estuvo a punto de ponerle en estado de despedida, o cuando acababa de traspasar, a favor, el peor lado de la nube negra de la que le escribió Luis García Montero.Esta vez la casa era otra, como si el artista que hizo del bombín un símbolo de fiesta hubiera decidido despojarse del barroco de sus tristezas o depresiones para ponerse en las manos de una luz distinta. ¿Qué había pasado? En primer lugar, por su vida ha pasado, está pasando, Jimena, su mujer peruana, que ha puesto orden en la mayor parte de sus sentimientos de madrugada; además, allí estaba Joan Manuel Serrat, acababa de llegar, con su camiseta negra, caminando de un lado a otro de la estancia como el interior izquierdo del equipo de sus héroes inolvidables, y en último extremo, lo que pasaba ese día, y lo que pasa desde hace algún tiempo en la vida de Sabina, es que ha cambiado y se ha hecho un domicilio acorde con el cambio. Antes, mientras atravesaba la nube negra (una depresión que le dejó sin habla meses y meses), la casa era recargada, incluso rococó, como si no se quisiera despojar de sus recuerdos y éstos fueran, además, recargados, los de quien se quiere despedir de la vida con todas las pertenencias. Jimena y Joaquín, que aquí estaban este día de primavera, como si hubieran pasado un temporal benéfico de alegría y salud, han acondicionado la parte de arriba de aquella casa y establecido un nuevo espacio que parece el territorio de una nueva vida: diáfano, parece una pista de baile en la que sobresalen muebles simples, leves, como para ser retirados de inmediato.Ésa es la nueva atmósfera en la que se desarrolla la vida de Sabina, y ahí se ha propuesto ese encuentro con su amigo Serrat. Sabina es, como Kim de la India, amigo de todo el mundo, o quisiera serlo; es legendario que se pasa la vida haciendo que los amigos distantes se amisten. Te puede despertar de madrugada para proponerte una juerga o un poema, y a pesar de que los accidentes de la vida le procuraron más sosiego, sigue siendo el rey de la amistad de madrugada; lo fue en los ochenta, cuando se hacía verdad esa canción en la que le dan las dos, las tres, las cuatro y las cinco, y lo es ahora, aunque el estímulo sean tan sólo el alcohol, la música y la amistad propiamente dicha. Amigo de todo el mundo, como Serrat. Estos dos que ahora cabalgan juntos, que podrían juntarse como las dos mitades de una manzana, han pasado por festividades y calvarios similares, aunque de origen distinto. Serrat salió de un cáncer con la decisión de acentuar con sencillez un lado ya conocido de su cara, y que proviene de una frase que le podría haber pedido prestada a Ernesto Che Guevara: hay que endurecerse, pero nunca perder la ternura. Lo recuerdo el día en que el médico le dijo que le estaba arañando un cáncer sobre el que había que intervenir de inmediato. Estaba pálido, como si aquella palabra fuera la canción menos deseada, una nube negra que él quería ahuyentar como las pesadillas. Se sentó a una mesa (con Juan Marsé, recuerdo), vio pasar alrededor los manjares (¡y los vinos!) que en otra ocasión le hubieran hecho reír como los chiquillos con los juguetes, y pidió agua con una melancolía que ya parecía parte de su cara. Era ese Serrat un hombre consciente de las heridas del tiempo. Algún tiempo después, cuando estaba a punto de cumplir 60 años, ya era Serrat otra vez, el mismo de antes; el mismo que ahora, esta tarde en casa de Sabina, ríe como si estuviera cantando. La salud había vuelto, y era un hombre más asentado, miraba de frente el porvenir después de la enfermedad, y sabía que ahora tenía que ser más esencial, más rotundo; tenía que aprovechar el tiempo para ser el mismo siendo otro. Aquella vez, en los aledaños de aquel cumpleaños redondo, en diciembre de 2003, Serrat venía cargado de juguetes para sus nietas, de libros para Yuta (su mujer) y para él mismo, y de proyectos de viajes y canciones y giras. El tiempo y la casualidad (Benedetti le dijo un día a Daniel Viglietti, cuando se encontraron por casualidad en un aeropuerto: ?Por qué no hacemos algo con esta casualidad?, e hicieron un disco) los juntó en una aventura que parece refrendar en ambos un nuevo estado de salud y un nuevo modo de amistad: la que se hace para que los demás disfruten. Los han fotografiado juntos muchas veces, pero nunca les habían juntado los rasgos hasta hacer de los dos uno solo; es demasiado pedirle a la naturaleza que dos hombres de este género sean el mismo, pero en algo tiene razón el fotógrafo: los dos se han juntado para certificar un estado de ánimo común en el que sobresale (sobresalía aquella tarde de domingo) una felicidad de la que uno se va cuando ve dos verdaderos amigos poniéndose de acuerdo sobre el nivel de sus acordes.Ahora cabalgan juntos. La amistad es el impulso, y la música, el horizonte de su viaje.

“Lo importante es no defraudar al Nano”


Por Jesús Ruiz Mantilla *

Desde Madrid

Esa curiosa y sanísima combinación de utopía y desgarro, de denuncia y escupitajo. Esa ración doble de dandy y rufián, de bon vivant y canalla, de yerno perfecto y oveja negra, de hermano mayor responsable y bala perdida es la que encarnan como nadie Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, estos dos maestros de la vida y la carretera, catedráticos del explosivo, sutil y emocionante arte de mezclar sobre el territorio de una guitarra el verso y el acorde.

Estos días hacen las maletas; guardan reposo en Madrid, donde Serrat acaba de estrenar casa, y paren con ensayos y sesiones de trabajo esmerado Dos pájaros de un tiro, la gira que los llevará durante seis meses por España y América. Desde el 29 de junio, cuando arrancan en Zaragoza, hasta el 20 de diciembre, cuando cerrarán el quiosco en Montevideo, recalarán en cerca de sesenta ciudades (en la Argentina brindarán siete conciertos, entre Buenos Aires, Rosario y Córdoba), polideportivos, plazas de toros..., en un periplo que apuesta antes por la espectacularidad, con más de diez músicos en la banda, que por el intimismo que tan magistralmente han sabido dominar ellos en otros escenarios más recogidos.

Parecería que ambos ya se han juntado muchas veces para salir por esos mundos de Dios, pero no ha sido así. Han cantado con otros –con Miguel Ríos, con Víctor y Ana, con Fito Páez–, pero nunca juntos. Otra cosa es que existan pocas casas en España donde en un registro a fondo no aparezca, sin revolver mucho, algún disco de los dos, seguramente bien guardado en el escondrijo de las estanterías, que son la física de nuestra memoria sentimental, los lugares donde recogemos el anhelo, los sueños y las derrotas que muchas veces nos han dejado retratados a todos en sus canciones.

No hace falta casi preguntar qué razones los han llevado a juntarse. No lo habían hecho nunca hasta ahora en gira ni en disco. Lo primero, el puro capricho, el gustazo de compartir escenario entre dos que se admiran. Después, quizá, algo que últimamente los ha unido más si cabe: la sensación de gozar de otra oportunidad grande en sus vidas, de haber sido premiados con una suerte de resurrección. Todo ha surgido después del cáncer que superó Serrat, con una determinación de ciclista encarando la bajada de una cumbre alpina en el Tour, y del “accidente cerebral”, dice Sabina, y la posterior depresión que sufrió este último, que lo han transformado en muchos sentidos: “Después de estos años misántropos, jamás creí que la vida me iba a brindar un desafío como éste”, asegura don Joaquín, sentado en el suelo de su recién ampliada casa y fresquito, tras la empapada a la que lo ha sometido Javier Salas para una fotografía cachonda en la ducha de la que lo ha rescatado Jimena Coronado, su fiel pareja peruana desde hace años, con una camisa seca.

El palo físico lo replegó, y después no pudo evitar “la nube negra”. Con esa precisión es como metaforea a la depresión la letra que le hizo para su canción del mismo título el poeta Luis García Montero, uno de sus amigos entre “los poetas líricos”, con Angel González, Caballero Bonald, Benjamín Prado y él, entre otros, a la cabeza, y a los que Sabina agradece siempre haberlo sacado del hoyo en sus días más oscuros: “Aquello me vino por tener la sensación de envejecer regular, tirando a mal, y porque la nariz ya sólo me servía para respirar”, dice el artista. Tampoco es difícil deducir quién se encomienda a las órdenes, el horario, la hoja de ruta y el ritmo que marca Serrat sin que esto genere el más mínimo resquemor en Sabina, que se conoce, que se autoproclama anárquico, caótico y al que no es difícil oír una y otra vez: “Lo que tú digas, Nano”.

Uno es metódico, serio, formal, puntual, cumplidor; otro es... como es. Es Sabina. ¿Y qué pasa? Lo tomas o lo dejas. O se lo quiere así, o se lo despeña barranco abajo y se lo manda al cuerno. Como tal, como el poeta de las aceras y los bajos fondos que es, se lo admira incluso en su proverbial heterodoxia, en su caótica manera de desafiar la edad, el gusto, el tiempo y el espacio. “Joaquín, ya sabes, es así”, comentan quienes lo conocen a fondo. Uno, Serrat, ha conservado esa voz, que en muchos casos es la de nuestras conciencias; el otro ha ido adaptando, con una sabiduría curtida en bares, callejones y desafiante a la forma física de los viejos rockeros que han hecho un pacto con el diablo, su manera de cantar, su forma de decir, a las posibilidades de una laringe en constante metamorfosis. Pero ha sabido como nadie convertir sus limitaciones en marca, tanto que su voz hoy es más auténtica y gusta como nunca. “Lo importante de su voz es que él, con su instrumento, interpreta y sabe conmover”, dice Serrat. Tanto que hasta sus fans le celebran los gatillazos de garganta, como hace un año en Gijón.

Pero si bien cada uno ha conservado la voz como ha podido, a lo que no han renunciado todavía es al grito. A la facultad de llamar a las cosas por su nombre, y a no dejarse engatusar por maniobras del lenguaje y triquiñuelas más que antiguas para recuperar los tiempos y los privilegios enterrados por parte de algunos líderes en plena ascensión, como el recién elegido presidente francés, Nicolas Sarkozy: “Eso que tanto habla él de recompensar el esfuerzo sobre otras cosas no es más que la destrucción de la lucha por la igualdad”, avisa Sabina. Tendrán tiempo para la discusión política, pero también para esos placeres que les quedan. Por lo pronto, uno sabe ya, con su agenda más que pulcra, en qué restaurante se darán los homenajes el 22 de agosto o el 10 de octubre, da lo mismo: “Las comidas, las cenas, todo eso, queda en mis manos”, afirma Serrat, con la palabra de un serio hombre de honor. “No se hable más”, dice el otro. “Yo me pongo en tus manos”, remata con la obediencia del hermano menor.

Las habilidades del catalán para el cuidado y la organización las reconoce también Berri, manager de ambos. De Serrat, desde hace 35 años; de Sabina, desde hace menos y gracias al enchufe de su amigo, porque este socio de los dos no quiere llevar a mucha gente más desde su oficina. En su despacho de la Castellana prepara el despliegue de las sesenta personas que trabajarán en la carretera, con cinco trailers y dos micros con camas listos para transportar los equipos, los técnicos y músicos de un sitio a otro. También cierra fechas pendientes todavía en España y América. Berri cree que los dos son adictos a la carrera nómada y al escenario. “En mi vida se me ha pasado por la cabeza retirarme”, apunta Serrat, y más desde que han salido de sus problemas de salud. “Si no, ¿cómo explicas que Joan Manuel, desde el 5 de mayo de 2005, haya hecho 250 fechas, y Sabina, 120 con su Carretera y top manta, ese título que le hizo tan poca gracia a Ramoncín?”, se pregunta el manager. “El Nano, desde que salió de la cama del hospital agarró la guitarra y se puso a cantar”, dice Sabina. “Yo, no tanto”, aclara.

Entonces dejaron atrás sus cuevas, sus colchones y sus cuitas como con urgencia. Y sobre el escenario los esperaban los escuderos de siempre. Sus músicos de cabecera, caballeros de la más que noble orden de unas melodías que han marcado nanas, conquistas, desamores, amistades, túneles... Quien se ha puesto más galones por acompañar a Serrat ha sido el maestro Ricardo Miralles, que le hace los arreglos y lo acompaña con la tecla desde 1969, cuando Tete Montoliú dejó de hacerlo para dedicarse exclusivamente al jazz y lo enchufó al carro. Los otros dos han sido la almohada y el asiento de Sabina desde hace 25 años: son Pancho Varona y Antonio García de Diego, que escriben canciones con él y de vez en cuando organizan en clubes las llamadas noches sabineras, una especie de karaoke con la banda del artista en vivo al que se apunta siempre gente joven a mansalva.

Los capos les han repartido 34 temas, 17 por barba, para que los ensayen y los fusionen. Para que los vistan con un envoltorio distinto, un sonido diferente; para que busquen una coherencia que dé unidad al espectáculo mientras ellos trabajan en un guión con gags, chistes, sorpresas y filosofía propia. Harán popurrís; Serrat cantará canciones de Sabina, y viceversa. “Serrat interpretará la canción del pirata, que tendrá gracia porque la hará un poco rockera, y Joaquín cantará, por ejemplo, ‘Señora’, que está muy lejos de su estilo”, dice Varona. “Además, yo cantaré en catalán, y aquí mi amigo, en andaluz”, anuncia Sabina.

Los primeros ensayos juntos han dejado muy buenas vibraciones en los músicos. “Ha habido magia”, dice García de Diego. La clave está en hermanar el lirismo de Serrat, definen Varona y García de Diego –a quien cuando lo ven, dicen, “le hacemos la ola”–, con otro estilo: “El agrio, ácido y pendejo de Joaquín”. Los dos compañeros de fatigas de Sabina afirman que se enfrentan a la gira con devoción, como de rodillas, y con cierto miedo y respeto por ir con quien van. Pero Miralles, el maestro acompañante del autor de “Mediterráneo”, los tranquiliza: “Yo no tengo ningún miedo, ni por nosotros, ni por ellos”.

La importancia, el misterio del secreto es tal que Sabina planea hacer un libro sobre un arte, el de componer canciones, que se ha convertido en la forma musical por excelencia del siglo XX, y que tiene aspecto de seguir siendo tal, inagotable aún, en el XXI. Aunque, por supuesto, no sería un manual. “Hace tiempo que me gustaría tener una conversación larga entre aquí mi amigo (por Serrat), Silvio Rodríguez, Enrique Morente y yo en la que habláramos de a ver cómo cojones se hace esto”, cuenta este trovador de Ubeda, vecino desde hace años de la plaza de Tirso de Molina. “Meter una letra dentro de una música con calzador es complicado, pero hay que tener una idea musical en la cabeza”, sigue Serrat. Después, al hilo, Sabina recurre a la experiencia para desembocar en una nebulosa que nos deja donde casi empezamos: “Al principio, las primeras 30 o 40 canciones, para empezar hice la letra. Luego probé a tener la música antes y me salieron unas letras más triviales, lo cual tampoco me disgustó. Pero me quedo con una definición que no sé quién la inventó y que no es mía, pero que me gustaría que lo fuera. Dice que una canción debe tener una buena música, una buena letra, unos buenos arreglos, una buena interpretación, y después una cosa que no sabemos muy bien de qué se trata, pero que viene a ser lo que más importa de todo. Creo que hasta de las instrucciones de un medicamento se puede sacar una buena canción”.

Sabina es el clásico intemporal, quien con su filosofía del descaro, su habilidad para el eclecticismo en los estilos y sus letras provocadoras, siempre políticamente incorrectas, es capaz de deslumbrar a todas las generaciones. Serrat, con esa búsqueda de la utopía constante y esa facilidad para la crónica magistral de todos los tiempos en sus canciones, también atrae. Serrat se encomienda a Sabina para conseguir nuevos fans. “Muchos jóvenes irán a ver a Joaquín, pero yo voy a ser el artista revelación”, dice el catalán. “De eso, nada de nada”, replica Sabina. “No, si éste es muy vivo y juega un papel humilde, pero en el escenario no me va a regalar un palmo”, avisa Serrat. El más joven de los dos deja claro quién es el que va con más ganas de hacer méritos: “Juro por mis gatos (lo menos cuatro han pasado durante el encuentro a hacer la visita) que lo que más me importa de esta gira es no defraudar al Nano”.

Conservan una curiosidad intacta por el viaje. El movimiento los incita a alimentar sus vicios de hoy, que son mucho más sofisticados que los del pasado. Serrat se ha hecho viticultor y es propietario de una bodega, Mas Perinet, en el Priorat. Se dedica a catar por los restaurantes en los que recala. Sabina colecciona libros antiguos. En su casa, 10.000 títulos decoran las paredes. Con los viajes, también han observado el cambio casi vertiginoso de su país. “Hemos trabajado en condiciones infames. Todavía recuerdo cuando teníamos que cagar debajo del escenario”, cuenta Sabina. En esas cosas sí que se aprecian las transformaciones. “Ahora, en cualquier ciudad de provincias actúas en un auditorio con tu camarín. Se han dignificado mucho las condiciones, y uno de los que más han luchado para que los músicos y los cantantes hagamos las giras dignamente ha sido Raphael. Hay que reconocerle eso y otras muchas cosas”, asegura Serrat. Es algo que también han compartido y han vivido a fondo sus músicos: “Antes viajábamos en furgonetas, dormíamos tres días en la casa de alguna chica a la que conocíamos por ahí y volvíamos a coger la ruta”, recuerda Varona. “Hoy nos cuesta más. La última vez pasamos dos meses por América y fue duro, nos hemos vuelto más familiares”, añade con la conformidad de Miralles y de García de Diego. Hay un cambio crucial en la conquista de los derechos de sus músicos en gira. “En mi caso fue cuando conseguí dormir en una habitación propia”, cuenta Miralles. “No, en el caso de Miralles ha sido mucho más importante el día que consiguió no cargar con ningún bulto en los aeropuertos”, recuerda Serrat. Sabina les reprocha las comodidades: “¡Dormir separados! ¿No compartían habitación Guti y Ronaldo, y eran galácticos?”, pregunta Joaquín. “Sí, pero eso era para que no se hicieran pajas”, lo tranquiliza el Nano.

En esta gira habrá mucho compadreo, prevén. “A Joaquín, que le gusta largarse para Madrid desde donde está cuando termina, me parece que en esta ocasión va a dormir en bastantes hoteles”, dice Varona. Todos saldrán ganando. Sabina tiene un pálpito. “Mal se nos tiene que dar para que en todas las ciudades y las habitaciones de hotel donde vamos a compartir tantas cosas no compongamos algo juntos y que de esto salga un disquito.” A ver.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.