sábado, septiembre 15, 2007

La literatura comprueba que el mundo está mal hecho

La literatura comprueba que el mundo está mal hecho: Villoro


Editado por Almadía, Los culpables es el nuevo libro de cuentos del autor mexicano quien, en entrevista, asegura que el arte busca compensar una realidad incómoda.

Habrían de pasar 27 años para que Juan Villoro (1956) volviera a encontrar a un editor de trato personalizado. En los inicios de los ochenta, Joaquín Díez-Canedo le publicó (en el sello Joaquín Mortiz) el volumen de cuentos La noche navegable. Ahora un nuevo libro de cuentos de Villoro puede encontrarse en librerías, Los culpables, editado por Almadía, con sede en la ciudad de Oaxaca y “con la que asumo gustoso el desafío de publicar, alejado de las grandes transnacionales”.

En entrevista, el también autor de El testigo dice que “la realidad mal hecha fomenta un arte extraordinario. Me gusta mucho una escena de El tercer hombre, de Orson Wells, donde dice que hay que considerar que la paz y la estabilidad suiza lo único que han producido es el reloj cucú, en cambio, la corrupción, las mazmorras y las intrigas de Italia produjeron el Renacimiento.

“Es decir que del vientre de una sociedad convulsa suele surgir un arte fuerte, entre otras cosas porque el arte busca compensar una realidad incómoda. Si viviéramos en el paraíso no habría novelas, su existencia comprueba que la realidad debe ser complementada con un mundo imaginario”.

En Los culpables vuelves a incorporar el tema del futbol (“El silbido”), casi una obsesión en tu narrativa…

Es un tema que aparece y desaparece. Dedicado al cien por cien a él está Dios es redondo y en Los once de la tribu se encuentran tres crónicas. Vuelve a aparecer en otros libros aunque de manera distinta, pero sin duda es un interés recurrente en mi obra y que siempre trato de abrazar de distinta manera. Cuando escribo cuentos sobre futbol trato de buscar un ángulo amargo, conflictivo y oscuro. Y me parece que es un material para el cuento y no para la novela, al menos no para una mía. Sin duda hay buenas novelas de futbol, como Soñé que la nieve ardía, de Antonio Skármeta, o Fiebre en las gradas, de Nick Hornby, pero es muy difícil escribir una novela excelente, ya que el futbol llega ya codificado, tiene sus propias tramas, historia y mitologías. De tal manera que no es muy original inventarle algo.

Veintisiete años después sigues en el cuento, ¿cómo lo definirías ahora?

Ricardo Piglia dice que el cuento moderno cuenta dos historias: una evidente que es la anécdota y otra sumergida que es el significado de la anécdota. Siempre he pensado que el significado de cualquier historia es oculto. En Los culpables, por ejemplo, incluyo siete historias en primera persona donde los personajes hablan de sí mismos y quieren contar cosas, muchas veces para exculparse o justificarse y sin darse cuenta acaban revelando algo de ellos mismos. Son, por decirlo de alguna manera, confesiones accidentales. Creen decir una cosa y cuando los traiciona el inconsciente dicen otra. El cuento moderno depende de esta segunda historia. La historia enterrada en la anécdota; lo que se expresa de manera muy clara en la oralidad.

El nuevo libro reúne siete historias diferentes que podrían verse como similares…

Eran un proyecto que tenía como tal, aunque no sabía que iba a durar ocho años; de saberlo me hubiera deprimido mucho. Sucede que escribo siempre en distintos géneros, llevando proyectos paralelos. En los años recientes, y mientras escribía otras cosas, regresaba a estos relatos en primera persona y con tonos comunes, dependientes de la velocidad de la trama y la ironía, muchas veces involuntaria. Los cuentos habían aparecido en distintos lugares por separado, uno en un catálogo, otro por episodios, otro en un periódico deportivo, pero nunca reunidos, incluso muchos de ellos los modifiqué para el libro.

¿Podrías dar una definición instrumental de la literatura hoy?

La literatura surge de la constatación de que el mundo está mal hecho. La realidad está descompuesta y la literatura es su ventanilla de quejas. Algo nos frustra y lo compensamos en un mundo paralelo que esperamos mejor, que es la literatura. Por lo mismo me interesa mucho el tema de la responsabilidad de lo que escribimos, que tiene que ver con la crítica de un mundo malhecho y donde nosotros tenemos mucho que ver. La literatura critica ese mundo pero también admite su participación en él. Actuar en el mundo es ser también culpable, responsable y, por tanto, estar en tela de juicio. Recordemos que durante mucho tiempo los libros complicados no se firmaban, si acaso con seudónimo. Al paso del tiempo la escritura moderna funda la noción de autoría como un factor ético.

Así como existen mundos mal hechos hay también países mal hechos…

¡Y tenemos uno a la mano!

Mirando hacia atrás, ¿cómo encuentras tu trabajo literario?

Encuentro puntos de contacto. En La noche navegable publico la historia de unos personajes que de viaje en Oaxaca se quedan encerrados en un sitio arqueológico. Muchos años después publico Los culpables, que contiene un cuento que nuevamente relata el viaje de unos personajes que van a Oaxaca y Yucatán. De manera que veo eso, puntos de contacto.

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