sábado, enero 12, 2008

Mi único pecado es haber nacido mujer


Entrevista • Eufrosina Cruz, candidata a presidenta municipal
“Mi único pecado es haber nacido mujer”

Esta chontal quiso ser alcaldesa de Santa María Quiegolani, Oaxaca, pero todos los votos a favor fueron anulados; de consuelo le ofrecieron ser regidora y ella respondió que la dignidad femenina no se vende por un cargo.

Eufrosina Cruz creció en Santa María Quiegolani, comunidad zapoteca chontal ubicada a nueve horas en autobús desde la capital de Oaxaca. En pleno siglo XXI, en su comunidad practican costumbres muy antiguas. Las mujeres no tienen derecho a decidir cuántos hijos van a tener ni de ir al centro de salud; tampoco se permite consultar al doctor. Ahí es común que los padres entreguen a sus hijas a cambio de un animal o una caja de cervezas.

Eufrosina creció viendo el sufrimiento y maltrato de su madre y hermana mayor. Tuvo que llorar más de 15 días para que su padre le diera permiso de irse. “Salí de mi comunidad cuando tenía 11 años. No quería el mismo destino de mi hermana mayor: casarme con un señor que no conoces”.

Caminó más de 10 horas hasta Santa María Ecatepec, donde tomó un autobús por primera vez. Después de pasar por Tehuantepec llegó a Salina Cruz. Le pareció enorme y diferente a su comunidad. No entendía. No vestían ni hablaban como ella. Llegó a casa de unos tíos y trabajó para pagar sus estudios vendiendo elotes, pepinos, naranjas o lo que fuera. Aprendió a hablar español. Caminaba más de media hora para llegar a la escuela y llegaba bañada en sudor.

Cuando terminó la escuela, consiguió una beca para estudiar nivel superior. Emocionada, fue a hacer el examen en la capital del estado. Tenía 17 años. Se inscribió en la Facultad de Contaduría en la Universidad de Oaxaca. Como no podía pagar la inscripción, se propuso obtener los mejores promedios. Lo logró. Terminó con un promedio de 9.7.

Rentaba un pequeño cuarto de lámina. “No necesitaba más cosas; lo único que quería era terminar y empezar a trabajar porque venían mis hermanos, para apoyarlos. Me dieron la oportunidad de fundar tres Colegios de Estudios Científicos y Tecnológicos del estado de Oaxaca en comunidades como la mía. El fundar una escuela es difícil, no hay ni un lápiz y tu trabajo es conseguirlo”.

Cada vez que regresaba a su casa y le dolía que las cosas no cambiaran en su comunidad. Los niños seguían usando un mecate como cinturón, las mujeres con sus pies deformes de callos, porque jamás se habían puesto huaraches. Pero a la vez pasaba algo curioso: había más mujeres matriculadas en las escuelas, pero ahí las mujeres no tienen derechos; algunas niñas se rebelan y se niegan a casarse a los 11 años.

“Así nació mi sueño de ser presidenta municipal. Y el 4 de noviembre de 2007 fui candidata junto con el maestro Eloy Mendoza Martínez”. Los hombres votaron por ella; las mujeres no, ya que no existe una lista de ciudadanas.

“A mitad deciden anular las boletas que estaban a mi nombre; yo ya llevaba varios palitos, iba ganando. Coartaron los derechos de los ciudadanos, sin ninguna explicación, y la pregunta es: ¿Por qué no me dejaron competir? Quizá ni ganaba. Al anular las boletas de un candidato, sólo queda uno. Entonces, ¿qué elección hubo?”

Fue a reclamar a la mesa de debates. El abogado Elpidio López informó que anularon las boletas por ser mujer, profesionista y, además, no estaba en la lista nominal. “Obvio que no”, respondió. “No puedo aparecer porque ahí no existen las mujeres.

“Si vamos a hablar de igualdad estábamos en las mismas condiciones. Ambos profesionistas y trabajando fuera del pueblo. La única y gran diferencia es que a él se le perdonaron esas dos cosas, pero a mí no, por ser mujer. Mi pecado es ser mujer”.

En su comunidad, los caciques deciden quién va a ocupar el cargo de alcalde cada tres años; no hay elecciones. Escogen a sus compadres, amigos o parientes. No rinden cuentas de su gestión, nadie sabe cuánto recurso llega ni cuánto se gasta. “Mendoza es amigo del cacique Saúl Cruz. Su hermano es el que realiza todas las obras del municipio y seguramente lo va a seguir haciendo. Según Reynaldo Mendoza, ex presidente municipal, ni el pinche gobernador decide en el pueblo, ellos son los que mandan”.

Cuando anularon sus votos interpuso un recurso de impugnación ante el Instituto Estatal Electoral, con todas las evidencias. El director de Usos y Costumbres le aconsejó que esperara tres años y la invitó a salir. “Me dijo que no hubo elementos para anular dichas elecciones, porque en el catálogo de mi municipio no aparece la palabra mujer”. Fue al Congreso local. “¿Por que no aceptas una regiduría? Vas a ser pionera”, le recomendó una diputada. Eufrosina se negó. Le explicó que la dignidad de las mujeres no se compra con una regiduría.

Los diputados pueden validar las elecciones de usos y costumbres; ellos dijeron que no tenía yo derecho, porque no aparecía la palabra mujer en el catálogo de su municipio. Una de las diputadas le dijo que los usos y costumbres no se pueden trastocar de madrazo.

En Oaxaca hay 418 municipios que se rigen por esa ley de usos y costumbres; en más de 100 no existe la palabra mujer. O sea, las mujeres no votan, no pueden decidir. Quisiera saber dónde está ese catálogo. Jamás me lo han enseñado, dicen que es un documento confidencial.

En total incongruencia, las mujeres sí cuentan con credencial de elector. Pueden votar para presidente, gobernador o diputados, pero no pueden elegir autoridades locales. Eufrosina vino a México el 21 de diciembre de 2007 a presentar una denuncia a la CNDH pidiendo que se nombrara una comisión para que fuera a su pueblo a investigar los sucesos. No pasó nada. El 1 de enero tomó posesión el nuevo alcalde.

El 4 de enero presentó ante la Procuraduría General de Justicia en Oaxaca una denuncia por abuso de autoridad, usurpación de poder y por amenazas. El 9 de enero de 2008 compareció ante la CNDH para ampliar su denuncia. Está en espera de la respuesta de la procuraduría. Tiene esperanza que Tribunal Federal Electoral anule las elecciones y que se nombre un administrador y se permita que las mujeres tengan el derecho de votar y ser votadas.

Las mujeres del pueblo le piden a Eufrosina que no se rinda a pesar de las amenazas. “Me dicen: Tú eres nuestra esperanza, no te agüites. Estamos contigo. Si no vas a hacer nada ¿Entonces que nos espera? ¿Otro siglo?”

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